Thursday, March 13, 2014

FanFic Robsten: "PARA SIEMPRE" (Robert Pattinson & Kristen Stewart) - 21mo Capítulo.

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PARA SIEMPRE By Aroa [@_TwilightFacts_]
CAPÍTULO 21: TEAM BABY


KRISTEN POV
Di una vuelta más en la cama. Simplemente no podía acomodarme ni boca arriba o de costado; con una pierna colgando ni acurrucada en el pecho de Robert. Me era imposible dormir porque de ninguna manera me encontraba cómoda en la cama, ya llevaba varias horas intentando conciliar el sueño sin ningún éxito hasta el momento.

Seguramente se debía a que acostumbraba dormir boca abajo, pero debido al avanzado estado de gestación que tenía, me era totalmente imposible dormir de esa manera. ¡Mi vientre era demasiado grande! Así que sin importar que tan muerta de cansancio estuviese, me era imposible coger la postura indicada para dormir.

En un acto de desesperación, pateé el cojín que había entre mis pies y abrí los ojos para observar la luna, mientras que una agradable brisa de verano entraba por la ventana abierta de la habitación. El vecindario estaba en completo silencio y era muy placentero estar así.

Sentí a Robert moverse en su lugar, al instante me rodeó con un brazo y me atrajo hacia su pecho para besar mi cabello.

—¿Qué pasa, pequeña? —preguntó, con voz ronca y somnolienta.

—No puedo dormir —refunfuñé.

Rio por lo bajo y sentí su sonrisa contra mi pelo.

—Estás cansada. Cierra los ojitos y verás cómo te duermes.

—Estoy incómoda... —Me quejé.

Acercó su nariz a mi cuello y me acarició varias veces para después darme un beso.

—¿Te duele la espalda? ¿Bultito no deja de moverse?

—No es eso. No encuentro la postura y empiezo a desesperarme —suspiré.

Robert encendió la luz y me giré a mirarle.

—Estás acostumbrada a dormir boca abajo.

Asentí, haciendo una mueca de disgusto.

—¿Quieres probar con un cojín sobre la almohada, para estar un poco recostada?

—Parece buena idea. —Sonreí.

Me senté en la cama cuando Robert se levantó para ir por uno de los enormes cojines del sillón. Cuando regresó, lo colocó en mi lado y me recosté sobre él. Cerré los ojos al sentirme aliviada.

—¿Mejor? —Preguntó, volviendo a la cama.

—Ajá. —Me acerqué para besarlo—. Gracias.

—No se dan —respondió, apagando la luz.

Pasó una mano por mi vientre y al instante se quedó dormido. Suertudo, era capaz de dormir sobre una cama de pinchos sin inmutarse. Junté mi mano con la suya, sobre mi vientre e intenté dormir.

{…}

Lancé el cojín sin mirar a donde y resoplé. Ni así podía dormir, pues la incomodidad aparecía al poco tiempo.

A mi lado, Robert dormía plácidamente boca abajo, soltando algún ruido de vez en cuando.

—Cabrón... —mascullé en voz baja.

Me levanté al baño a mojarme un poco el cuello ya que moría de calor. Las gotas frescas de agua se sintieron muy bien en mi piel caliente. Cuando alcé la vista y me miré en el espejo, observé cómo mi piel había cogido un poco de color por el sol veraniego; alcé una mano y la sentí mucho más tersa gracias al embarazo. Mi cabello también estaba más sedoso. La camiseta de tirantes que llevaba puesta no alcanzaba a cubrirme todo el vientre y hacía que se me notasen ligeramente los pezones, un poco más oscurecidos debido a mi situación.

Acaricié tiernamente mi vientre y sonreí. Aun no me había brotado ni una sola estría, aunque tampoco es que me interesara mucho si salían o no. Realmente me gustaba lo que el espejo me mostraba, pues sin duda alguna el embarazo hace que las mujeres se vean hermosas. Sonreí nuevamente y mi reflejo me imitó, ni si quiera me veía gorda… más bien, me encantaba mi estómago abultado y me causaba ternura. Por no mencionar que Robert estaba encantado con cada curva de mi nuevo cuerpo.

Negué mientras una idea se me pasaba por la cabeza. Cogí el pintalabios rojo de larga duración que estaba en el lava manos y salí del baño, tratando de no hacer ruido. Me acerqué a Robert con sigilo, quien para mi suerte, se encontraba boca arriba y seguía profundamente dormido. Destapé el labial y con cuidado pinté sus labios y dibujé un corazón en su mejilla; también me entretuve dejándole un mensaje en el pecho desnudo. Mañana tendría que cambiar las sábanas, pero la travesura valía la pena.

Cuando terminé mi obra maestra, encendí un segundo la luz de su mesilla para hacerle una fotografía y corrí al salón, lejos de la escena del crimen. Vale, mentira, caminé con cuidado de no caerme en la oscuridad y mandé la foto a todo el que se me ocurrió. Robert iba a matarme por esto, pero quizás se apiadase de mí solo por estar embarazada. De cualquier manera, se lo merecía por poder dormir a sus anchas mientras yo me agobiaba por no poder coger una postura cómoda.

{…}

Eran las tres de la mañana y me dedicaba a comer helado de oreo mientras leía el guion que Ruth me había mandado. Mi vida en el mundo de espectáculo, aunque estaba en pausa momentáneamente, era un tanto agobiante en estos momentos. Estaba un poco indignada, aunque sabía perfectamente el motivo principal por el cual tenía tres papeles protagonistas y dos co-protagonistas —que me habían ofrecido estas dos últimas semanas— esperando mi aceptación. Había estado dos años sin trabajar y, algunas situaciones y rumores que no quise acallar, habían repercutido en mi trabajo, dejándome en "paro" temporalmente.

Esto hizo que el foco continuo de miradas que siempre había sobre mí, me dejase un poco de espacio y unas pequeñas vacaciones. Pero ahora, con la noticia del embarazo, las nuevas fotos en las que Robert y yo somos protagonistas y con las excelentes críticas que Camp X-RAY y Sils Maria estaban teniendo, había vuelto a ser el centro de muchas miradas y nuevamente llovían mil cosas a mí alrededor. Estaba segura que volver a ser uno de los principales centros de atención era el motivo por el que algunos directores que buscaban llegar a toda costa a la fama, me querían en sus películas.

Y eso me indignaba.

A mí no me importaban los premios ni el dinero, me interesaba más mi forma de actuar, la manera en la que me superaba con papeles cada vez más complejos. Me importaba hacer bien mi trabajo y ser premiada por ello era sólo una motivación; aun así, prefería que la gente se fijase en mí por lo que mostraba a la hora de actuar y no por el dinero, los premios ni las habladurías. ¿De qué servía tener premios a los que había sido nominada solo por estar en el centro de todo, si mi actuación no era tan buena como debería de ser? Para mí eso no era un premio merecido.

Dejé el guion a un lado. No sabía de donde iba a sacar el tiempo para rodar, promocionar y estar con mi bebé. Había películas que no podía retrasar más su grabación, como Revolutiony Equal, que debían comenzar a grabarse en febrero o muy tarde, marzo. De cualquier manera habíamos llegado a varios acuerdos donde ambas partes salíamos beneficiadas, para que mi bebé y yo pudiésemos estar juntos. Según nuestros planes, se podrían compaginar las grabaciones con mi nueva vida de madre, ya que SWATH seguía planeada para el verano del 2015 y Stay Strong, para septiembre del mismo año, por lo cual no había problema.

Still Alice seguía teniendo problemas con el guion, así que el proceso estaba detenido. Y aunque me dolía en el alma, había renunciado a "Te doy mi vida"; realmente no tenía otra opción, era demasiado trabajo y no podía con todo, así que Ruth y yo nos habíamos sentado frente a frente una mañana con los contratos de todas las películas y decidimos cuáles tenía que abandonar. The Big Shoe y American Utra también serían grabadas en el 2015, pero a finales de año, principios del siguiente; y después de eso, me tomaría un merecido descanso para disfrutar totalmente a mi bebé.

Robert POV

Al despertar, lo primero que hice fue llevarme las manos a la cara para tapar los rayos de sol que se filtraban por la ventana. El calor que se sentía era agobiante, me di la vuelta y me quedé tumbado boca abajo, quedándome medio dormido otra vez.

Al poco rato abrí los ojos nuevamente para ver el reloj en la mesita de noche, eran las nueve y media pasadas. Suspiré y me levanté, tenía un guion que memorizar. Fruncí el ceño cuando no vi a Kristen a mi lado de la cama, algo muy extraño ya que últimamente no había fuerza sobrenatural que la moviese de ahí hasta bien entrada la mañana. Entré al baño para lavarme la cara y así terminar de despertar, apenas acerté a encender la luz; esperé un momento a que mi vista se acostumbrara y entones me percaté de algo.

—¡La mato!

Mi cara parecía un poema. En una de mis mejillas había dibujado un corazón de color rojo putón. Mis labios y alrededor, estaban muy pintados en el centro y difuminado en los bordes ¡Sólo me faltaba la nariz de payaso! Oh, y para colmo, mi pecho no estaba en una mejor condición que mi rostro. En el centro de este se podía ver un mensaje en mayúsculas, tardé algunos segundos en descifrarlo ya que estaba un poco difuminado y el espejo me mostraba el mensaje al revés. Finalmente pude leer lo que decía.

"Propiedad de Jimmy"

—Esta me la pagas Stewart —gruñí.

¿Qué había hecho yo para semejante trato?

Eché a reír. Al menos le había dado un uso a una de las mil barras de labios que tenía y que no usaba, además mi imagen era de lo más bochornosa y ridícula. Me recordaba a las guerras de pintura en el set de Twilight.

Sigilosamente salí del baño para encontrarle. Mientras bajaba las escaleras, le divisé tumbada en uno de los sofás del salón. Estaba viendo un programa de cocina, así que me acerqué cuidadosamente por detrás y pegué mi cuerpo al respaldo del sofá, listo para asustarle… pero mis planes se vieron arruinados al darme cuenta que Kristen estaba hecha un ovillo mientras dormía. Se había quitado la camiseta, por lo que sólo vestía unas braguitas negra mientras que una de sus manos rodeaba su barriga y la otra colgaba. Bear dormía a su lado, apoyando su cabeza en la barriga de Kris.

Observé atentamente su cuerpo. Estaba preciosa, su piel se veía suave y brillante, el cabello sedoso esparcido en el cojín, sus pechos cada vez más grandes, sus rosados labios entreabiertos, su vientre redondeado y pequeño. Todo en ella irradiaba belleza hasta por los poros.

Rodeé el sofá.

—Bear, muchacho, abajo. —Le acaricié el lomo, despertándolo.

Me miró con cara de cachorrito y volvió a cerrar los ojos. No pude evitar reír. Kristen ejercía una fuerza sobrehumana en los animales que hacía que la amasen. Pasé los brazos por sus piernas y espalda y la levanté del sofá. Se medio despertó, acurrucándose entre mis brazos.

—Esta me la vas a pagar, Stewart —susurré.

—Hmm… —Besó mi pecho—. Te compensaré… —musitó, adormilada.

No creo que fuese consciente de lo que decía. Llegamos a la habitación y la tumbé en la cama, besando su frente. Abrazó una de las almohadas y suspiró adormilada. Bajé la persiana para que no entrase luz y la dejé dormir por lo menos un par de horas o más.

{…}

Dejé que mis manos rozasen con delicadeza las teclas del piano, acabando la melodía que tanto me había costado crear. Apunté algunas correcciones en la partitura y volví a tocar la canción entera, esta vez con una sonrisa en los labios. Me sentía pleno, por fin la había terminado. Le puse un título y la escondí entre las miles de partituras que tenía para que Kris no la encontrase, pues quería tocársela cuando fuese el momento perfecto. Sabía que iba a encantarle, sobre todo al saber a quién se dirigía.

Escuché algunos ruidos provenientes del piso superior y poco después el sonido de la ducha. Pensando en ella, empecé a tocar nuevamente, cerrando los ojos e imaginándome cómo tocaba su vientre abultado con suma delicadeza y una sonrisa en el rostro. Me gustaba cuando se ponía inmensamente feliz porque el bebé se movía dentro de su barriguita y enseguida me pedía que pusiera mi mano donde había sentido a bultito para que yo también pudiera sentirlo. Era una sensación bastante extraña la que hacía que mi corazón se hinchara de emoción, pues los amaba con locura.

Después de todo lo que había sucedido en los meses anteriores, no lograba concebir que las cosas estuviesen de esta manera. Poco a poco íbamos arreglando todo a la vez que nuestra relación crecía y, aunque había temas de los que ella no quería hablar –como sus pesadillas–sentía que nuestra relación estaba mejor que nunca.

Al poco rato, la sentí bajar las escaleras. Continué tocando, aunque un poco más despacio mientras comenzaba a cantar en español, casi con la voz rota.

Esta humilde canción
la que está arrancándome la voz
va llevándome a un latido diferente
corre por mis venas la música de un alma libre
y sin cadenas, sin luz que perseguir.

—Buenos días —Susurró, a la vez que se sentaba a mi lado en la banqueta del piano.

—Hola, bebé. —Abrí los ojos y la miré. Tenía el pelo húmedo y llevaba un peto deportivo gris con una camiseta blanca debajo; se mordía el labio y miraba el piano.

—¿Qué cantas? —Preguntó, volviéndose hacia mí.

—Se llama "Vuelvo a verte", de una cantante española… —Empecé a cantar nuevamente, aunque un poco más alto.

Esta humilde canción
la que está arrancándome la voz
va llevándome a un latido diferente
corre por mis venas la música de un alma libre
y sin cadenas, sin luz que perseguir.

Kris tomó la partitura y comenzó a cantar bajito, con un adorable acento estadounidense. Desde que su padre estaba en España, ella iba aprendiendo cada vez más el idioma.

Y es que vuelvo a verte otra vez
vuelvo a respirar profundo
y que se entere el mundo que
de amor también se puede vivir.

Apoyó la cabeza en mi hombro y continuó susurrando la canción.

De amor se puede parar el tiempo
no quiero salir de aquí
porque vuelvo a verte otra vez
vuelvo a respirar profundo

y que se entere el mundo que no importa nada más.

Terminé de cantar y besé su pelo, ella tomó mi mano y la llevó a un costado de su vientre. Nuestro pequeño bebé se movía muy deprisa.

—Le gusta cuando cantas, se pone muy contento. —La miré con ternura y besé sus labios suavemente mientras ella ponía su mano sobre la mía.

—Increíble…—Bajé los tirantes del peto que llevaba, haciendo que la parte superior de la prenda cayese; levanté la camiseta blanca que llevaba debajo y apoyé los labios cerca del ombligo, besando su piel, para luego volver a cantar en susurros.

Y es que vuelvo a verte otra vez
vuelvo a respirar profundo
y que se entere el mundo que
de amor también se puede vivir.

—¿Sabes qué dice la canción? —Pregunté.

Bultito se movía contento, haciendo que mi pobre corazón aleteara extasiado. Kristen acariciaba mi pelo.

—Habla de amor… Dice que con amor se puede vivir y parar el tiempo.

Me levanté y la miré con ternura.

—Sí. Habla de amor —susurré—. Dice que cuando vuelves a ver a la persona que amas, todo vuelve a ser como antes… que con el amor puede hacerse lo imposible.

Sonreímos el uno al otro.

—Una gran verdad…—dijo en español. Deslizó sus dedos por las teclas del piano, tocando despacio tecla por tecla, haciendo una escala.

—Me encanta cuando hablas en español.

KRISTEN POV

—Tú y yo tenemos un asunto pendiente relacionado con palabras como pintalabios rojo y fotografía.

Robert me miró antes de volver la vista a la carretera. Llevaba unas gafas de sol que me impedían ver sus ojos azul grisáceo. Sonreí al darme cuenta de que los dos llevábamos un estilo parecido; pantalones vaqueros -en mi caso cortos-, camisa, gafas de sol y gorra.

—No diré nada si no es con un abogado presente. —Sonreí.

—Sinceramente no creo que un abogado pueda hacer mucho. Cuando menos te lo esperes, puedes despertar flotando en la piscina. —Me dedicó una sonrisa burlona—. No sabes con quién te has metido.

—Estás jugando con fuego, Pattinson.

—Y tú ya te has quemado.

La cosa se ponía interesante. Tendría que ir pensando mi próximo movimiento.

—Yo no diría eso. Un paso en falso y una foto de un Robert durmiendo, lleno de pintalabios rojo podría dar la vuelta al mundo. —Tanto él como yo sabíamos que eso nunca llegaría a pasar, pero aun así no me hacía mal dejar en claro mis intenciones.

—Hazlo y no vas a tener Hollywood suficiente para huir de mí. —Justo en ese momento aparcó el coche en el estacionamiento del hospital. Hoy tocaba cita con Anne.

—Tú tiéntame, machote. —Salí del coche y cogí la pequeña mochila.

Robert rodeó el coche hasta llevar a mí, me rodeó los hombros con un brazo y me guio al ascensor; cuando entramos, me pellizcó el culo.

—Esto es un adelanto de todo lo que te espera en casa —susurró, con voz ronca.

{…}

—¡Hola, pareja! –Anne estaba sentada detrás de su escritorio, mirando unos papeles cuando entramos.

—Hola Ann —dijimos Rob y yo al unísono.

Nos sentamos en los sillones que había frente a su escritorio.

—¿Qué tal todo, chicos? —preguntó, mirándonos a los dos alternativamente, hasta que se detuvo en mí—. Has entrado en el segundo trimestre del embarazo, Kris. Estás a punto de llegar al quinto mes de gestación.

Sonreí entusiasmada. Cada vez faltaba menos.

—Y ya vi todas las noticias acerca de la premiere y tu polémico embarazo.

—¿Cuál de ellas se ve más interesante? ¿La que dice que el hijo ha sido un descuido por parte de Robert o la que dice que el bebé no es suyo? —bromeé.

—Prefiero la que dice que es inseminación artificial porque Robert no es capaz de dejarte embarazada —contestó entre risitas.

—Si supiesen que mis "mini Roberts" acertaron hasta con un DIU puesto… —dijo, socarronamente.

Le di un leve golpe y los tres nos reímos de su comentario.

—Bromas aparte —murmuró Ann, viéndome nuevamente—. ¿Te has sentido muy estresada o agobiada últimamente?

—No. La verdad es que he podido sobrellevarlo.

—Lo hace muy bien.

Robert agarró mi mano y se la llevó a los labios.

—Ya me contó Kristen que nuestro Bultito, se movió en el momento menos indicado, generando un susto de muerte a todos, excepto a ella.

—Sí, esos cinco minutos fueron los más agobiantes para todos… Y Kristen sin inmutarse, aun en su nube.

—Bueno, Robert, sentir al bebé por primera vez es algo muy extraño que en ocasiones puede dejarte en un estado de shock, como el caso de Kristen. —Aclaró—. Es una sensación que nunca antes has vivido, así que te pilla desprevenida.

—¡Y tan desprevenida! —dije.

Anne comenzó por pesarme, luego tomó mi presión arterial, midió el contorno de mi vientre e hizo algunas preguntas más de rutina, aunque de momento, todo estaba correcto. Había aumentado cinco kilos y Ann me aseguró que a partir de ahora empezaría a coger más. Las medidas eran correctas y la presión igual.

En pocas palabras, todo iba excelente.

—Ya sé a dónde han ido a parar unos cuantos kilos —susurró Robert, burlesco.

Lo miré sin comprender y el agarró mi culo y rozó mis pechos disimuladamente antes de que nos sentáramos otra vez.

—Bueno, chicos, ya estamos a mitad de camino —comentó Anne—. Pero hay cosas de las que tenemos que hablar antes de ver al bebé otra vez. —Mi cara se llenó de preocupación—. No se preocupen, todo va genial. Solo hablo de recomendaciones, algunos análisis y pruebas rutinarias.

Suspiré.

—Ya hablamos de la amniocentesis y del análisis de sangre como vías para descartar enfermedades. Primero, me gustaría saber si al final quieres que te realicemos la amniocentesis.

—Todavía tenemos nuestras dudas respecto a eso —musite—. Me gustaría que me explicaras un poco más su procedimiento —dije.

—Bueno, se trata de una prueba prenatal muy sencilla en la cual se extrae una pequeña muestra del líquido amniótico que rodea al feto para analizarla y descartar la presencia de ciertos defectos cromosómicos y genéticos. —Explicó, muy profesionalmente—.Tras un examen con un escáner, para determinar la posición del feto y la placenta, se inserta en el útero, sin anestésico local, una aguja larga. Se retiran unos 14 centímetros cúbicos de líquido de la bolsa amniótica, que se centrifuga para separar las células desprendidas del feto del resto del líquido. Éstas se cultivan durante un período de entr semanas. Lo más importante es que después hagas el reposo correspondiente: un día entero en la cama obligado y otro más para prevenir, en tu caso. Controlarte durante unos días y no hacer esfuerzo. Puedes venir por los resultados pocas semanas después. Aunque si no hay mucho trabajo en menos de una semana, les llamaría para informarles.

—¿Duele? —preguntó Robert.

—No, no suele doler. Si Kristen se mantiene relajada no se enterará de nada.

—Yo creo que podríamos hacerla —dije lentamente—. No tengo miedo a un pinchazo y… si va a ser lo mejor para el bebé, no me voy a oponer.

Miré a Robert, quién asintió, apretando mi mando entre las suyas para darme valor.

—Pues de momento no hay más qué decir. Empecemos con la extracción de sangre y después haremos la amniocentesis y el eco.

Seguimos a Anne hasta la sala adjunta a su consulta. Una enfermera y una auxiliar que no conocía entraron por la otra puerta a la sala mientras me sentaba en la camilla. Robert se mantuvo a mi lado cuando le tendí el brazo a la enfermera, quien pasó un algodón para desinfectar el área y ató una correa de goma por encima de mi codo. Esas cosas siempre habían llamado mi atención, pues me parecía curioso con qué facilidad encontraban la vena.

La enfermera llamada Lili, según su placa, agarró la aguja que le tendió la auxiliar y me la clavó en la piel con cuidado. Sentí el pinchazo y al instante un bajón.

—¡Kris!

—Robert, relájate —Ann habló—. Es frecuente que las embarazadas se mareen en los análisis de sangre.

—¡Anne, si no la llego a coger se da de cabeza con el suelo! —bufó Robert.

Yo escuchaba sus voces distorsionadas y eso hacía que mi cabeza palpitara. Poco a poco fui abriendo los ojos, aunque aún me sentía un tanto mareada. Cuando fui consciente de mi entorno, me di cuenta de que me encontraba tumbada en la camilla con la luz regulada para que no lastimara mi vista. Giré la cabeza hacia la derecha, la enfermera seguía sacándome sangre. Bufé, ¡me iba a dejar seca! ¿Cuánto tenía que sacar, de todos modos?

El mareo aumentó cuando vi cómo la sangre iba llenando la jeringa, así que aparté la mirada.

—Kris… —Robert estaba a mi otro lado, junto a Anne.

Acarició mi cara con mimo y sonrió, se veía preocupado.

—¿Estás bien?

—Solo un poco mareada… —Miré a Ann—. Nunca me había pasado esto.

—Como le he dicho a Robert, es normal en los embarazos. —Anne acarició mi pierna—. No tienes que preocuparte.

—Kristen, contigo no gano para sustos.

Robert besó mi frente después de hablar.

Finalmente Lili terminó de sacarme sangre y Anne volvió a tomarme la presión.

—¿Lista para la amniocentesis? —preguntó poco después.

Tragué en seco y sólo fui capaz de asentir. La auxiliar dejó el cuarto casi a oscuras y Lili encendió el ecógrafo. Mi vista debería de haber mirado enseguida la pantalla del ecógrafo para ver al bebé, pero no podía apartar la mirada de la gran aguja que Anne acababa de sacar.

—Dios mío… ¡Eso es enorme!

A Robert se le salieron los ojos de las cuencas.

Yo tragué en seco nuevamente.

—Kristen, cuanto más relajada estés, menos sentirás —murmuró, midiendo nuestras reacciones—. Si te pones tensa, los músculos también se tensarán y será más difícil que la aguja pase. Además, no hay de qué preocuparse, la piel del estómago es más fuerte y resistente, así que no suele doler.

—Lo… lo intentaré.

—Tú puedes —murmuró Robert, dándome la mano.

Anne me limpió el abdomen con un algodón mojado en alcohol y después me aplicaron un poco de gel. Lili colocó la sonda en mi vientre mientras yo intentaba con todas mis fuerzas mirar la pantalla para ver a mi pequeño bultito, pero me fue imposible. Iban a atravesarme con la aguja más grande que había visto en mi vida.

—Estás un poco tensa y el feto se mueve inquieto —dijo Lili—. Respira hondo y cierra los ojos.

Le dediqué una mirada cargada de veneno y cerré los ojos, intentando relajarme por el bien del bebé

—Monitorizamos al bebé para saber dónde se encuentra y poder pincharte en un sitio seguro. –añadió, intentando tranquilizarme.

—Quizás hoy, el bebé nos dé una sorpresa —dijo Anne, intentando despistarme.

—¿Cómo cuál?

Justo cuando acabé de formular la pregunta, sentí cómo la aguja se clavaba en mi piel y poco a poco se iba abriendo paso. Robert apretó mi mano y yo cerré los ojos con más fuerza. Puse una mueca de incomodidad, porque eso era realmente incómodo, aunque no dolía.

Bultito me dio una pequeña patada, seguramente debía de sentirse igual de incómodo que yo.

—¿Cómo te encuentras? —preguntó Ann.

—Solo siento incomodidad y un poco de presión —contesté, pero de cualquier manera, decidí mantener los ojos cerrados.

—Ya termino —dijo.

Unos segundos después, sentí como sacaba la aguja. Entonces, y solo entonces, me permití abrir los ojos. La jeringuilla estaba llena de un líquido similar a la limonada. Vi cómo Anne la etiquetó y la dejó en una bandeja que Lili se llevó.

—Ya ha pasado. No ha sido tanto, ¿cierto?

—La verdad es que no. —Sonreí—. No ha dolido y las molestias han sido soportables. Solo sigo un poco mareada por el análisis de sangre.

—Yo sigo alucinando con el tamaño de la aguja —dijo Robert.

—¿Quieres que te pinchen a ti y así ves que se siente? —pregunté.

Robert levantó las manos, enseñando las palmas y se alejó algunos pasos.

—No, gracias. —Anne y yo reímos, mientras Robert se volvía a acercar a mí con una sonrisita en los labios.

—Kris, es normal que hoy y mañana sientas presión, calambres, pinchazos o dolores. Incluso mareos y dolor de cabeza, pero de forma moderada y discontinua. —Nos explicó Ann—. Al fin y al cabo, te he atravesado con una aguja. Aunque no necesariamente esto síntomas aparezcan, es posible que no sientas nada.

—La mantendré vigilada —dijo Robert, con voz seria.

—Tampoco se preocupen si manchas un poco, ya sea sangre o líquido. —Levantó un dedo en modo de advertencia—. Pero por poco me refiero a una sola vez y poca cantidad. Si manchas de la forma que ya te expliqué cuando estuviste ingresada, vuelve inmediatamente al hospital.

—Estaré atenta. —Asiento.

—Y si tienes fiebre, los dolores se intensifican, no cesan o duran más de dos o tres días, también debes de venir.

Mi cara fue descomponiéndose, eran demasiadas cosas las que podrían poner en peligro a mi beb mí. Enseguida Anne agarró mi mano.

—No te preocupes ni te pongas en lo peor, casi nunca ocurre lo que he nombrado. Además tienes mi whatsapp a la mano por si necesitas decirme algo o sientes dolores o cualquier cosa.

—Gracias.

—Para eso estoy. —Anne volvió a agarrar la sonda— Después de hacer la amniocentesis se manda uno o dos días de reposo absoluto para evitar todo lo que les he contado. Así que mientras hagas reposo, te mantengas relajada y no levantes peso o hagas esfuerzos, no va a pasar nada. —Asentí—. Tómate con calma lo que queda de semana —Recordé que nos encontrábamos en miércoles—. Y ahora, veamos a vuestro pequeño bultito.

Volvió a colocar la sonda en mi abdomen y al instante, la pantalla se encendió mostrando esa ya familiar imagen en escala de grises. Un bulto, esta vez con una perfecta forma de bebé definida, se podía distinguir. Sentí como mis ojos se humedecían. Volvía a ver a mi pequeño bebé.

—Se mueve mucho —dijo Robert, ilusionado.

Le miré por un segundo y él besó mi frente.

—Sí —añadió Anne—. Parece que sabe que sus papás quieren verle.

Ella tocó un botón y empezamos a escuchar los latidos de su corazón. Estuvimos unos pocos minutos en silencio mientras Ann revisaba que todo estuviese correcto.

—Chicos, este ecógrafo es especial. Permite ver al bebé en 3D. ¿Queréis ver el rostro de vuestro futuro bebé?

Antes de que acabase de formular la pregunta, Robert y yo empezamos a asentir, entusiasmados. Anne presionó algunos botones y al instante la imagen se volvió de un color parecido al de la piel y se podía apreciar perfectamente al bebé. Su cuerpecito era pequeño y estaba encogido en forma fetal. Tenía una mano pegada a la cara…

—¡Se chupa el dedo! —dijo Robert, casi gritando de felicidad.

No pude contener las lágrimas, que empezaron a rodar por mis mejillas. Ann movió la sonda para que pudiésemos ver desde otra perspectiva su pequeña carita.

—Su bebé mide dieciséis centímetros y pesa doscientos cincuenta y seis gramos. Todo está correcto. —Suspiré, aliviada—. Tiene el tamaño de un plátano.

—Es increíble —musité—. No me creo que lo esté viendo.

Tenía una pequeña y graciosa nariz, unos carnosos labios y fruncía el ceño, lo que a mí me pareció adorable.

-Ya podéis ir buscando parecido.

Miré a Robert por un segundo mientras Anne hablaba. Estaba embobado a la pantalla mientras una traicionera lágrima caía por sus mejillas.

—Bultito se encuentra en su fase más dinámica. Oye, ve, experimenta emociones y participa activamente en vuestras vidas, sobre todo en la de Kristen, compartiendo contigo cambios de humor y sensaciones.

—Entonces, ahora debe estar muy feliz —dije.

—¿Enserio puede reconocerme? —preguntó Robert, con un deje de ilusión.

—Sí. Además, el líquido amniótico que lo rodea distorsiona un poco los sonidos, pero ya es capaz de escuchar vuestra voz y el latir de tu corazón. También puede percibir la luz —añadió.

—Nunca pensé que pudiese sentirme así. —Robert se limpió las lágrimas y nos miró a las dos con una inmensa sonrisa en la cara.

—Todavía hay más, ¿Queréis saber si es niño o niña?

Creo que mi corazón se saltó unos cuantos latidos.

—¿S-se puede saber ya? —Mi voz sonó un poco histérica, por lo cual Robert apretó mi mano de forma insistente.

Volví a mirar la pantalla, sintiendo algo inexplicable en mi interior.

—De hecho, Lili y yo lo sabemos desde que encendimos el ecógrafo para hacerte la amniocentesis. —Sentí como todo mi cuerpo temblaba.

Y no era la única. Robert estaba igual de ansioso que yo.

Nos miramos y no hubo nada más que decir. Los dos teníamos un brillo especial.

—¿Mini Robert o mini Kristen? —pregunté, al borde del colapso.

—Mini Stew.

Y en ese momento mi vida dio un giro de 180 grados. Dejé de respirar, las lágrimas inundaron mis ojos y nublaron mi campo de visión.

NIÑA

NIÑA

NIÑA

Era una pequeña niña. Bultito era niña.

Si hasta ahora sabía lo que era sentir felicidad, esto lo superaba. Mi pecho se hinchó y en mi mente solo había rosa. Mis ojos no daban abasto con tanta lágrima. No tenía palabras suficientes para expresar como me sentía y definitivamente no había nada de decepción porque no resultase ser un niño, pues me sentía plena con esa respuesta.

Todos mis sentimientos se multiplicaron por diez. Estaba en shock. No era capaz de procesar tanto a la vez: felicidad, emoción, amor, cariño, alegría. Solo era capaz de llenar mi mente con la palabra niña, con la imagen de una pequeña entre mis brazos.

—Niña…—susurró Robert. Despegué la vista del monitor unos instantes para ver a Robert, quien lloraba al igual que yo.

La sonrisa se había hecho más grande a ser posible. Sus pupilas estaban dilatadas. Era pura emoción.

—Sí, una pequeña niña —musité, con voz temblorosa por el llanto.

—Felicidades, chicos. —Anne agarró mi mano—. Ahora empieza una nueva etapa.

Robert me besó de forma pausada, mezclando nuestras lágrimas y compartiendo sentimientos. Añadiendo un trazo final a un nuevo recuerdo dibujado en nuestro mapa.

Las indicaciones de Anne fueron claras.

"Tendrás que descansar durante el resto del día. Evita levantar cosas pesadas, el sexo y viajar en avión durante lo que queda de semana".

También me dio nuevos consejos de alimentación, recetas para vitaminas y consejos para poder dormir y evitar ardores u otros malestares que venían de la mano del embarazo. Nos habló un poco más de los partos prematuros y disipó algunas de mis dudas, respecto al embarazo y poder romper aguas en cualquier momento. Nos recomendó ir buscando matrona y clases de preparación al parto, pues como podía no llegar a término debíamos de empezar a prepararnos para todas las posibilidades. También me habló de los beneficios del yoga y la natación. Las recomendaciones siguieron siendo las mismas, al igual que lo que podía y no podía hacer.

Terminamos la consulta fijando la cita para un mes después. Anne nos avisaría si había algo mal en las pruebas que me realizaron, ya que de momento solo podíamos esperar y disfrutar de la niña que venía en camino.

{…}

Niña, iba a ser niña. Miraba embobada una de las ecografías mientras no dirigíamos a casa. Desde que Anne nos había dado la noticia estaba en una nube. Íbamos a tener una pequeña niña. Estaba tan extasiada que no razonaba.

—¿Qué piensas? —preguntó Robert, poniendo una mano en mi rodilla.

Levanté la mirada de la foto. Estábamos llegando a Los Feliz.

—En que va a ser una niña. —Me miró y sonrió antes de volver a mirar a la carretera.

—Yo todavía no me hago a la idea del embarazo. Así que esto tardaré en procesarlo.

—Es increíble. —Toqué mi vientre—. Parece haberse quedado muy tranquila después de que acabasen de hacerme todas las pruebas y controles.

—No creo que le haya gustado mucho la amniocentesis ni sentir el frio líquido de la ecografía.

A mí tampoco me había gustado.

—Aunque he de decir que todo ha valido la pena.

No pude estar más de acuerdo con sus palabras.

—Creo que este es el día más feliz de mi vida. Todo va excelente con el embarazo, hemos visto el rosto de Bultito y sabemos que va a ser una niña. —Otra lágrima rodó por mi cara—. El día no puede ser mejor.

—Espera que se lo digamos a todos.

—¿Podemos ir a ver a los chicos? He leído en whatsapp que iban a casa de Scout.

—Kris, tienes que hacer reposo, cariño.

—Puedo hacer reposo en el sofá de Scout —insistí.

—Pero sigues mareada y con mal cuerpo… —Robert, como siempre, anteponía mi bienestar a todo lo demás.

—Por favor. —Hice un puchero mientras parpadeaba repetidamente para intentar convencerlo.

—Está bien —bufó, pero al instante sonrió. Sabía que él tenía las mimas ganas de ir, que yo—. Pero no te puedes mover del sofá.

—Está bien, papi.

{…}

Cuando llegamos, la calle de Scout estaba llena de los coches de nuestros amigos.

—¿Han quedado todos y no nos han dicho nada? —preguntó Robert.

—Ni idea… —Me encogí de hombros.

Tuvimos que llamar a la puerta tres veces para que nos escuchasen, hasta que una cabreada Alicia nos abrió la puerta.

—¡Los que faltaban! —gruñó, dejándonos pasar y cerrando de un portazo.

Se escuchaban voces desde la cocina. Alicia nos adelantó, yendo al lugar de donde provenían las voces. Robert y yo la seguimos, no sin antes mirarnos el uno al otro, con la confusión marcando nuestros rasgos.

—¿Qué está pasando? —pregunté.

—No lo sé.

Robert tiró de mí para seguir a Alicia.

ROBERT POV

La cocina se había convertido en un campo de batalla, pero al entrar nosotros, todos se callaron. Excepto una muy enfadada Suzie.

—¡Kristen, me vienes que ni pintada! —gritó al vernos.

Tenía lágrimas en la cara, al igual que Scout y Katy. También estaban Alicia, Tamra, CJ, Jack y Marcus. Todos de una forma u otra, parecían enfadados.

Scout se dejó caer en una silla.

—No metas a Kristen en esto —dijo, con voz cansada y rota.

—Cállate. —Suzie casi gritó, asustando a Kristen—. Ella lo sabía.

Miró a Kris con los ojos echando fuego.

—Kristen, tú sabía que Scout ha seguido saliendo con Taylor a escondidas. ¿Por qué mierda no has dicho nada? —Escupió.

—Su… ¿Qué está pasando? —preguntó Kris confundida.

—¿Que qué está pasando? —contestó Katy—. Que Scout no confía en sus amigos, eso pasa.

—¡Katy, no digas gilipolleces! ¡Yo confío en vosotros! —habló la acusada.

—¿Y entonces por qué no nos has contado nada de Taylor en casi seis meses que llevas viéndolo? —Suzie dio un golpe con el puño a la mesa.

—¡Ya te he dicho porqué veinte veces!

—¡Pues no me parece suficiente! —gritó Su.

—Suzie, tranquilízate. —Jack agarró su mano.

—Jack, cállate.

—Su… —interrumpí.

—Robert, tú también —contestó—. Esto no va contigo, incumbe sólo a Scout, a Kristen y a mí.

—¿Qué pinto yo en todo esto? —preguntó Kristen, empezando a enfadarse.

—¡Tú no nos contaste que sabías lo que había entre Scout y Taylor! Te callaste como una guarra después de la charla de la discoteca.

—¡Suzie! —La regañó CJ.

—Mira, Suzie, no sé de qué va todo esto, pero yo no soy nadie para ir contando los secretos de Scout a los demás —contestó mi chica.

—¡Kristen, tú eres la primera que le cuenta mis secretos a Scout! ¿Qué mierda hay de diferente?

Suzie se acercó a Kristen. Miré a Marcus y CJ, pero ellos solo se encogieron de hombros.

—¡Si se los cuento es porque necesitas a tus amigas cerca y eso la incumbe a ella, porque es tu otra mejor amiga! —Kris se separó de mí—. ¡Y a mí no me grites ni me faltes al respeto!

—Suzie deja a Kristen, ella no tiene nada que ver. —Scout intentó meterse entre ellas, pero solo ganó un bufido por parte de Suzie.

—¡Pues exactamente es igual con Scout! ¡Si lo que yo te cuento, se lo cuentas a ella! ¡Tendría que ser igual! ¿O es que ella es más importante que yo? ¡Merezco saber qué pasa con Scout! ¡Merezco saber que una de mis mejores amigas lleva seis meses ocultándome lo que ahora es lo más importante para ella! Debería saber que mi otra mejor amiga es una mierda que se calla las cosas. -Kris también empezó a llorar y el color se fue yendo de su rostro. Las palabras de Suzie le estaban doliendo en el alma—¡Mis dos mejores amigas me mienten y se callan como dos putas! ¡Yo no quiero amigas para esto! Yo les cuento todo y creo que merezco un trato igual.

Suzie nos dejó clavados en el sitio con sus gritos y llanto.

—Suzie, yo… —comenzó Kristen, pero no pudo continuar.

Se apartó de y se abalanzó al fregadero. Al instante, no se escuchaban gritos, solo las arcadas de Kris. Corrí para acercarme a ella y sujetarle el pelo mientras ella gemía entre mis brazos. Miré de reojo a Suzie con odio. Ella se encontraba en su sitio, solamente mirándonos igual que el resto.

—Suzie, por favor, cálmate. —Jack se acercó a ella y con una servilleta limpió sus lágrimas.

CJ hizo lo mismo con Scout, aunque seguía mirando a Kris.

—Ya está, mi amor —susurré en su oído.

—Haz que paren… —gimió, antes de volver a vomitar con otra nausea.

No sabía si se refería a las arcadas o a sus amigas. Deseé no haberla dejado convencerme de venir. Unos segundos después Kris abrió el grifo un instante y al poco tiempo levantó la cabeza. No tenía color, las lágrimas seguían cayendo por sus mejillas y se la notaba apagada. Nada que ver lo la Kristen de media hora antes.

—Llévame a casa. No me encuentro bien —dijo lo suficientemente alto para que todos la escuchasen. Se llevó una mano al vientre y empezó a caminar a la salida. Me quedé en mi sitio por unos segundos. Ella se giró al resto—. Quizás les interese saber que veníamos a contarles que vamos a tener una niña —añadió con la voz rota antes de perderse por la puerta.

—¿Es niña? —preguntó Tamra, anonadada y haciendo que todos me mirasen.

—Pesa doscientos cincuenta y seis gramos y mide dieciséis centímetros. La hemos visto por ecografía 3D y es preciosa —comenté, siguiendo los pasos de Kristen—. No debí traerla aquí, Anne dijo que debía guardar reposo por los efectos de la amniocentesis que le han hecho, pero Kris me convenció de venir porque quería contárselo. —Miré a Suzie especialmente mientras hablaba—. Espero que pienses la que has liado Suzie y pidas disculpas a Kristen, porque me parece que has arruinado el mejor día de su vida.

Dicho esto, salí detrás de mi niña.

{…}

Se pasó el viaje de vuelta mirando por la ventana mientras las lágrimas rodaban por sus ojos, quise preguntarle sobre qué iba todo el numerito que había montado Suzie, pero Kris no estaba en condiciones. Hice una parada en el Burger King para comprar la comida –pues no creía que quisiese cocinar y yo era un negado a la cocina– y otra en la farmacia para comprar sus pastillas. Cuando volví al coche Kristen se había quedado dormida, con la cabeza en una mala postura. Le coloqué bien el cinturón y eché su asiento hacia atrás, dejándola recostada.

Ya en casa, la llevé en brazos a la cama y la dejé solo con la camiseta de tirantes que llevaba debajo de la camisa. Bajé un poco la persiana y la arropé hasta la cintura. Había caído en un sueño profundo y tardaría unas horas en despertar, pero mejor eso que verla llorar. Sabía que Suzie le había hecho polvo con sus palabras y que Kris, en parte, se sentía culpable, pero no se merecía el trato que había tenido Suzie con ella, por muy culpable que Kristen pudiese ser. Sin más, le besé la frente y la dejé descansar.

Comí tranquilamente y metí la comida de Kristen en el microondas, a una temperatura media para que no se enfriase. Puede que no supiese cocinar, pero era el rey de la comida rápida y platos pre-cocinados.

Saqué a Bear y Bernie de paseo y jugué un rato con ellos. Limpié la piscina y memoricé una escena de mi nuevo proyecto. Iba a empezar con la siguiente escena cuando escuché a Kristen llamarme. Cuando fui a verla, la encontré sentada en la cama con mueca de asco.

—¿Qué pasa, pequeña? —Me arrodillé al lado de la cama.

—Me duele le cabeza y tengo nauseas —susurró—. ¿Puedes traerme una pastilla para el dolor de cabeza?

—Claro, cariño. —Me levanté—. Túmbate y cierra los ojitos.

La recosté y pasé una mano por su frente cerciorándome de que no tuviese fiebre. Subí unos minutos después con una caja de pastillas y agua, un vaso con Coca Cola para las nauseas y un plato con sandía picada y las patatas de su menú del Burger. No había comido nada desde hacía bastantes horas y eso debería tenerla revuelta, sin olvidar el análisis. También el mandé a Anne un whatsapp explicándole como se encontraba Kris y lo que había pasado. Prefería que me dijese que le molestaba por tonterías antes que tener un susto.

Cuando volví al dormitorio, Kristen salía del baño. Coloqué algunos cojines en el cabecero y ella se recostó.

—No tengo pérdidas ni he manchado.

—Eso es bueno. —Acaricié su muslo.

Había estado preocupado por cómo podría repercutir la pelea con el embarazo. Por mi mente habían pasado todo tipo de escenas, desde un aborto hasta fiebre. Decidí no decir nada para no ponerla más nerviosa de lo que estaba y pensé que lo mejor sería dejarla tranquila. Ahora estaba mucho más relajado, sabiendo que no tenía pérdidas. Le entregué una pastilla, el vaso con agua y esperamos un rato hasta que se encontró un poco mejor. Después de hacer que se bebiese todo el vaso de Coca Cola, y comiese algunos trozos de sandía –pues no le apetecían las patatas–, volví a quitarle los cojines para que se pudiese tumbar.

—¿Por qué no duermes un poco más? —pregunté, acariciando su vientre con ternura—. La pequeña parece dormida.

—No quiero estar sola. —Se puso de lado para poder mirarme.

—Yo me quedaré contigo. —Me quité las zapatillas y me acosté a su lado, envolviéndola en mis brazos. Tracé patrones imaginarios en su vientre y le canté al oído hasta que se quedó dormida un rato después.

Dediqué el tiempo a pensar en los descubrimientos que habíamos hecho hoy. Íbamos a tener una niña, un pedacito de cada uno de nosotros, una personita que dependería de nosotros, a la que amaríamos con locura y le daríamos el firmamento entero. No me hubiese importado que hubiese sido niño, pero en mi corazón había un rayito de esperanza desde que me enteré del embarazo y ese rayo, gritaba niña a los cuatro vientos. Era feliz con la noticia. Me sentía realmente extasiado.

Estaba deseando que todo el mundo supiese que íbamos a tener una niña. Una pequeña a la que mimar, comprar todo lo que quisiese y cuidar, una muñeca idéntica a nosotros. Nuestro trocito de perfección. No había nacido y ya imaginaba todo lo que íbamos a hacer juntos. Primero la enseñaría a decir mamá; cuando pudiese sostenerse sobre el banco del piano, empezaría a enseñarle lo maravillosos que es la música; después daríamos los primero pasitos, las primeras carreras y la curaría cada vez que hiciese falta. Poco a poco iría creciendo y le enseñaría a montar en bici, a nadar, la llevaría al parque a jugar y a la playa a hacer castillos de arena y saltar olas. Viajaríamos por todo el mundo, enseñándole cada lugar donde su mamá y yo habíamos vivido los mejores momentos. La llevaría al colegio y ayudaría con sus deberes, le concedería todo lo que pidiese, aunque la regañaría si hiciese falta. La hablaría del amor, de la familia, le enseñaría valores y normas. Me di cuenta un poco después que estaba sonriendo como un tonto pues estaba deseando que pasaran rápidamente los cuatro meses y medio que nos faltaban.

{…}

Escuché el timbre de la puerta y con cuidado acomodé a Kristen entre las almohadas antes de bajar. Eché un vistazo por la mirilla antes de abrir.

—Si os abro la puerta es porque sois mis amigos, pero no pienso consentir que volváis a alterar a Kristen.

Miré especialmente a Suzie. Estaban todos, incluidos Sienna y Tom que habían vuelto del viaje relámpago a Nueva York por motivos de trabajo.

—Robert, solo queremos hablar con Kris de manera relajada —dijo Katy—. Y aclarar las cosas.

—Como personas civilizadas. —Jadan miró a Scout y Suzie.

—Porque sino, las vamos a matar —añadió Sienna.

Suspiré.

—Lo siento, pero no creo que Kristen quiera veros ahora mismo. Además, está dormida.

—Por favor. —Suzie se acercó a mí—. Necesito pedirle perdón.

—Suzie, Kristen se ha sometido hoy a la amniocentesis. Ya os contamos los peligros de esa prueba y Sienna explicó cómo se llevaba a cabo y el descanso que debía llevarse después.

—No lo sabía.

—Ya lo sabes. —Sonreí un poco para animarla pues se la veía destrozada—. Creo que Kris ya ha tenido suficiente por hoy.

—¿Se encuentra bien? —preguntó Kassie.

—Tiene náuseas y le duele la cabeza, pero es normal. —Me encogí de hombros.

—Entonces mejor dejarla descansar.

CJ agarró a Suzie y la echó hacia tras.

—Sí. —Estuve de acuerdo, los miré a todos—. No vengáis mañana. Dejarla por un tiempo.

—¿Por qué? —Scout alzó un poco la voz.

—Porque nosotros íbamos muy ilusionados a contaros que va a ser una niña. Lo ibais a saber antes que nuestras familias y al final lo único que hemos sacado de ir a veros es una pelea y que Kristen se encuentre mal. Aparte de amargarnos el día. —La cara de los que habían estado presentes en casa de Scout se entristeció—. A mí tampoco me apetece hablar con alguno de vosotros en este momento. Ya nos veremos.

Entré y cerré la puerta detrás de mí.

4 comments:

  1. me encanto no puedo esperar a que suban el siguiente :D

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  2. llegue a llorar cuando supe que era niña xD ..... esta demasiado buena , estaré atenta del próximo capitulo , saludosss :D

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  3. Me encanta te sigo desde tu primer cap! Me gusta mucho la forma en la que escribes pero no el tiempo que tardas en subir el cap :( pense que ya no escribirias mas.
    Me encanto el cap sera niña!!! Awwww coshi! Jajaja
    Saludos xoxo

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  4. Holaa, alomejor llego algo tarde pero necesito saber si hay segunda parte de este fanfic, si es así, necesito a alguien que me ayude a encontrala

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