“Cuando empiezas a hacer arte tienes ideas radicales y ambiciosas que a menudo pierdes. A veces acabas haciendo cosas que la industria puede absorber fácilmente. Siempre me ha dado miedo traicionar el idealismo del comienzo y por eso me obsesiona mantener vivo el diálogo con mi yo joven. Más o menos de eso se trata esta película”. Con un entusiasmo y energía desbordantes, el cineasta francés Olivier Assayas comenta así lo que representa en su carrera la película The Clouds of Sils Maria, presentada en la competición oficial del último Festival de Cannes.
Tras tres décadas haciendo filmes de género (Demonlover), documentales sobre cine (HHH, portrait de Hou Hsiao-Hsien) y música (Noise) y trabajos más conocidos internacionalmente como Carlos (sobre el terrorista venezolano Carlos “El Chacal”), el excrítico de Cahiers du Cinéma presenta una obra llena de referencias. Entre ellas, a cintas como Persona, de Ingmar Bergman, y Las lágrimas amargas de Petra von Kant, de Rainer Werner Fassbinder. Son espectros que también pueblan la aldea de Sils Maria en Suiza, donde transcurre gran parte de la acción.
“Quería un paisaje que fuera protagónico y con fantasmas del pasado. Y este tiene exactamente eso. Ha inspirado a poetas, músicos, pintores y filósofos como Nietzsche. No cuento esa historia, pero confío en que esos fantasmas están ahí”, dice a La Tercera.
Allí está el hogar de la figura invisible y central de la película: el dramaturgo Wilhelm Melchior. Ahí llega tras su muerte la actriz Maria Enders (Juliette Binoche). Su carrera había comenzado con su rol en una obra de Melchior, donde era una muchacha que seducía a una mujer madura. Ahora a Enders le proponen interpretar justamente el otro personaje, el mayor.
Director de actrices
Olivier Assayas colocó junto a Binoche a dos actrices en roles inéditos para ellas: Chloë Grace Moretz (La invención de Hugo Cabret) es una estrella hollywoodense acostumbrada a protagonizar escándalos que pululan por internet, y ella encarnará a la joven en la nueva puesta en escena. Por otro lado, Kristen Stewart (Crepúsculo) se luce como Valentine, la devota asistente personal de Maria Enders.
“Quería trabajar con Kristen Stewart. Siempre me ha gustado lo que hace, y cuando la conocí sentí que tenía una presencia muy potente”, reconoce. “Cuando le propuse el papel, pensé que no lo haría y que sería delicado para alguien tan popular. La película habla justamente de la cultura de la celebridad. Pero fue lo contrario: creo que le gustó la idea de la perspectiva”, agrega.
También asegura que ni se le pasó por la cabeza que su presencia pudiera distraer el real foco de la película. “Está tan distinta de lo que vemos siempre de ella en Hollywood. Es una actriz impresionante y fui afortunado de hacer una película con ella en este momento de su carrera. Es hermoso ver a una actriz decir ‘Puedo probar esto o aquello, ¿eso está permitido?’”.
Su punto de partida, en todo caso, fue Juliette Binoche: “Nos conocemos desde hace muchísimo tiempo. Comenzamos juntos en 1985 con Rendez-vous de André Téchiné, que yo coescribí. Tenemos una historia común. Lo que me interesaba era la persona, y cómo, al igual que cualquier actriz, durante su carrera ha tenido que reinventarse, enfrentar el paso del tiempo con lo bueno y lo malo de eso. Hoy, el reconocimiento en el cine pasa por otros canales. Tienes que lidiar con internet por ejemplo, que es como otro planeta”, dijo aludiendo a la presencia del tema en The Clouds of Sils Maria.
Con esta película, Assayas volvió a filmar en inglés y en el extranjero: “Es un desafío, porque pierdes todos los subsidios franceses. Pero quería hacerlo por dos motivos: por un lado, podía crear una distancia con la Juliette Binoche que conozco tan bien, y quizás permitirme retratarla mejor. Por otro, me da un escenario más grande, me abre a una noción más universal”.
Acostumbrado a filmar en distintos idiomas y con intérpretes de todo el mundo, está convencido de que “donde sea, un actor es un individuo con un instinto para actuar. Y lo bueno en la cultura cinematográfica francesa es que puede haber una libertad mucho mayor, especialmente para las actrices”. Al respecto, recuerda cómo eso permitió a su propia exesposa, la hongkonesa Maggie Cheung (Con ánimo de amar), explorar en Irma Vep y en Clean, que le dio el premio a Mejor Actriz en Cannes en 2004.
El tiempo de la entrevista apremia y apenas queda la ocasión de deslizar una última curiosidad. ¿Acaso sabía que en el dossier de prensa, al lado de la información real, aparece una detallada biografía del ficticio Wilhelm Melchior? Con una enorme sonrisa de niño travieso y una mirada cómplice, responde satisfecho: “Sí, la escribí yo mismo”.
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