Hola hermosas :) espero estén pasando un genial miércoles!! y miércoles significa un nuevo capitulo de esta fanfic robsten*-* esta genial, ¿a que no?!! muchas gracias por sus visitas, ha tenido una recepción muy buena la novela y eso sin duda se agradece demasiado. espero que este lo disfrute al igual que los demás :)) saben ya que cualquier consulta o algo se lo hagan saber a la adorable de Aroa!! nos vemos bellas<33
PARA SIEMPRE
CAPITULO 3.
Recogía la mesa de la cocina mientras Robert lavaba los platos. Pasada la madrugada habíamos conseguido echar a nuestro Hobo, no después de hacer batallas cojines…
Recordarme que mate a Alicia por empezar la pelea.
…De jugar al Just Dance, de comer tarta de cumpleaños en forma de guitarra, de cantar el Cumpleaños Feliz a Robert en todos los idiomas y formas que sabíamos, de hacer carreras de chupitos de colores -en las que había que ser el que más rápido se los tomase, bueno, ellos chupitos, yo zumo de frutas-, de hacer la croqueta por el suelo, de decidir el futuro del bebé…
Flashback
-Cuando el bebé sea mayor me encargaré de que nadie la toque. Porque va a ser una niña, y la más guapa, viendo quienes son los padres. –CJ estaba tumbado en el suelo muerto, después de haber jugado 23 rondas seguidas al Just Dance sin parar. Reímos.
-¡Va a ser un hombrecito! Para que cuando sea mayor nos lo llevemos de fiesta, a la caza de mujeres…-Tom habló. Casi escupí el zumo de cereza.
-¡Mi niño no va a ir a la caza de mujeres con vosotros! ¡Antes le meto en una caja fuerte y lo encierro en el sótano! –Dije poniéndome recta entre los brazos de Robert- Además, para cuando tenga edad para esas cosas seréis unos vejestorios, viejos verdes. De esos a los que les tiene que limpiar la baba. –Todos volvieron a reír.
-Si es un niño le enseñaré a poner celoso a Robert. Si es una niña la enseñaré a ser caprichosa y sacar todo lo que pueda de su “papá”. –Suzie ya pensaba malvadamente.
-Vaya, gracias…- Rob besó mi pelo- Mantendré alejado a mi bebé de ti. Pediré una orden de alejamiento.
-¡Mejor, mejor! Si es niña a un colegio de monjas, así nadie la tocará.
-CJ… ¿Eres tonto? –Katy le dio una patada- Si es una niña será la niña más buscada de todos los tiempos, da igual donde la metas, como si la mandas a Tíbet, va a tener moscones revoloteando a su alrededor siempre.
-A veces me gustaría no ser conocida. ¿Cómo va a ser el futuro de mis hijos? Yo quiero que sean felices, pero en mi mundo es un poco complicado. ¿Cómo les explicaré que no podemos ir al cine, o al parque o a comprar como una familia normal? O que no siempre tendrá amistades verdaderas. Que mucha gente se acercará a ellos solo por ser hijos de quienes son. –Suspiré- Por mucho que yo haga no podré esconderlos y protegerlos siempre. Odio la fama.
-Kristen…-empezó Tamra.
-No, ella dice la verdad. –Tom me miraba desde otro de los sofás- No puedes pretender dar a tus hijos algo que ni siquiera tienes tu. Es algo más difícil que no querer que nos hagan fotos. Hay miles de cosas que nos hacen daño, pues imagina a un niño. Cada rumor que sale la gente tiende a creerlo. Y hay muchos interesados en la vida. Pero no puedes decirle a tu hija que no se vaya a casa de su amiga porque tú sepas que sus padres son interesados, o a tu hijo que no crea en todos los rumores que dice la prensa y que no se deje engañar por los demás cuando no sabe la diferencia entre lo real y lo imaginario. Los niños acaban sufriendo igualmente. Cuantos hijos de famosos llegaran a casa llorando porque los demás niños del colegio se han metido con ellos porque han salido inciertos rumores bochornosos o malos.
-Pero nadie dice que sea imposible darles la vida que quieren. –Musitó Ashley.
-No cuando sus padres son en este momento las personas más famosas del mundo, y lo seguirán siendo durante muchos años. –Katy me miró triste.
-Pero la fama no les va a quitar despertares a cosquillas a mis hijos, o abrir los regalos con una sonrisa cada navidad. O disfrutar de una nueva mascota. O hacer pasteles con Kristen… No les quitará nada mientras yo pueda evitarlo. –Robert me abrazó fuerte- No seremos los primeros ni los últimos padres famosos, pero yo tengo claro que en mi caso mis hijos no van a sufrir por nuestro estilo de vida si yo estoy para remediarlo. Van a ser felices, sobre todo porque están con sus padres, porque a su alrededor tiene una maravillosa familia que los va a querer y cuidar.
Fin flashback
-¿En qué piensas? –Robert me abrazó por detrás y besó mi cuello.
-En la conversación sobre el futuro. –Robert suspiró y me giró para poder mirarle.
-Kristen… -Comenzó- ¿De qué tienes miedo? Llevamos años viviendo en la fama. Sabemos cómo actuar delante de las cámaras cuando nos siguen en nuestro día a día. Sabemos cruzar el mundo sin que se enteren y hacer fiestas secretas. ¿Qué te hace pensar que no vamos a darle a nuestro bebé una vida casi normal? Sera todo lo normal que nosotros queramos.
-Pero… Aun así siempre habrá cámaras esperando para fotografiarnos y agobiarnos. Y el bebé vivirá en un mundo lleno de mentiras, hijos de puta y mierdas. Yo no quiero esa vida. No quiero que dentro de tres o cuatro meses no pueda salir a la calle porque haya cientos de ppz esperando en nuestra puerta para hacerme fotos. No quiero que pase lo mismo, o aun peor cuando nazca el bebé. No quiero ser una maña madre. –Me apoyé en su pecho mirándole con los ojos aguados- Tengo miedo.
-Ehhhh…-Me abrazó fuerte y frotó mi espalda- No digas eso. Vas a ser la mejor mamá que existe. Nuestro pequeño bebé –Situó su mano en mi plano vientre- va a ser muy feliz. No le va a faltar nada. Le vamos a dar la vida que podamos darle, y te prometo que será la mejor. –Coloqué mi mano sobre la suya y le miré- Y no te preocupes por los ppz y los rumores. Voy a estar a tu lado, no estás sola. Te vamos a cuidar y nada malo va a pasar. –Me sonrió. Acaricié sus labios lentamente.
-Gracias. –Junto su frente con la mía y sonreí. Él era lo que necesitaba. Conseguía calmar mis miedos y mis dudas con dulces palabras. Me hacía sentir especial, me daba fuerzas para continuar. Era el motivo por el que levantarse cada mañana. Me acerqué a sus labios. Delineé con la lengua el contorno de su labio inferior, luego hice lo mismo con el superior y acabé mordiendo cariñosamente el inferior. Jadeó y me apretó más contra el- Te quiero.
-Te amo. –Contestó antes de devolverme el beso y apretarme una nalga. Nos fundimos en un cariñoso beso, justo lo que necesitaba. Antes de que pudiésemos profundizar más un estridente sonido hizo que nos separásemos. Robert sacó su teléfono del bolsillo y contestó. Besó mi nariz y salió de la cocina antes de decirme “Grace” su actual representante. Suspiré y termine de recoger lo que habíamos ensuciado. Cuando terminé me senté en uno de los taburetes de la isla de la cocina y con una cucharilla empecé a comer tarta mientras pensaba.
Tenía que decirle a mi familia que volvía a estar en casa con Rob, y que estaba embarazada. Pero quería seguir con mis planes iniciales, no contar nada hasta que no hubiese ido al ginecólogo. Aunque Suzie hubiese dificultado todo. Ahora ellos lo sabían. Más les vale que mantuviesen la boca cerrada. Nadie podía enterarse, todavía. Mi madre estaba en La India grabando su nueva peli, mi padre en España con su nuevo trabajo, algo secreto que nos contaría más adelante. Y mis hermanos… No estaba al cien por cien segura de donde estaban, La última vez que hablé con ellos estaban en Túnez, recorriendo el mundo junto a sus novias, y de eso hacía una semana. Esperaría un poco para decírselo, primero tenía que comprobar que todo iba bien. Apunté mentalmente en mi bloc de notas “Llamar a Ann”, mi ginecóloga.
Robert seguía hablando con Grace y después de haberle dado un beso había subido al dormitorio, había llenado la gran bañera que teníamos y después de que estuviese a rebosar de agua y espuma había regulado la luz y acomodado en la bañera. El agua estaba caliente y enseguida relajó mis músculos. Cerré los ojos y empecé a pensar. Enseguida la imagen de Robert rodeándome con sus brazos y uniéndolos con los míos en el centro de mi redondeado vientre me hizo sonreír.
Después no pude evitar pensar en un pequeño bebé rubio mirándonos con sus ojitos azules, desde su cunita, levantando los bracitos y abriendo y cerrando sus puñitos. Se me caía la baba de pensarlo. Dejé que mi imaginación volase, sonriendo como una tonta con cada ocurrencia.
Un rato después sentí como se abría la puerta. No dije nada. Pude oler la colonia de Robert desde la bañera. Escuché atentamente como se quitaba la ropa y entraba en el agua conmigo. Sin abrir los ojos dejé que me moviese para ponerse detrás de mí. Me acomodé en su pecho y agarré su mano, llevándola a mi vientre. Disfrutamos del momento.
Unos minutos después Rob rompe el silencio.
-¿En qué piensas? –Ahora traza patrones sin sentido sobre mi vientre, haciéndome sentir en el cielo.
-En el futuro…
-Kris, ya te he dicho an… -No le dejé seguir.
-Imaginaba a nuestro bebé, en tus brazos, en la cuna, haciendo burbujitas con su saliva…- Besó mi pelo.
-¿Y nuestro bebés es lindo? –Pregunta.
-Mucho. Tiene ojos azules como su papá y en su cabecita hay un gracioso mechón de pelo rubio. Es regordete y tiene un hoyuelo que al sonreír él nos hace sonreír aún más a nosotros. Se nos cae la baba con el bebé, es perfecto.
-Mmmmm… Va a ser una nena bonita como su mamá. De ojos verdes. Igual de testaruda que ella. Una mini Stew. –Me hizo cosquillas con la mano libre. Reí como una niña pequeña y me giré para hacer lo mismo. Nos hacíamos cosquillas mutuamente y nos retorcíamos en el agua, vertiendo una gran cantidad fuera. Solo hizo falta un segundo para que el me tuviese en su regazo y mordiese mi vientre a modo de broma. Cuando me quedé sin aire moví las manos en signo de derrota. Me había ganado. Dejó que descansará en su regazo. Apoyé la cabeza en su pecho y respire hasta que esta se hizo más pausada- Aun no me has contado de que iba tu pesadilla…
Tragué. Me había olvidado de ella.
-Kris, cariño, no tenemos que hablar de ella. –Acarició mi mejilla.
-Mmmm, todo era muy raro y confuso…-Le expliqué con detalle la pesadilla. También le conté sobre las anteriores, en las que caía por un agujero negro donde escuchaba las voces de la gente recordándome mis errores del pasado y menospreciándome. En esas siempre me levantaba gritando cuando llegaba a la parte en la que me quedaba sin voz y no podía defenderme. Algo me obligaba a no hablar y al final me quedaba sin respiración y mi última mirada era hacia el fondo del agujero, donde Robert se besaba con mi yo sumisa, que acataba sus órdenes y me atormentaba en todo momento.
-Lo siento. Estas pesadillas son por mi culpa. Te prometo que las haré desaparecer. –Beso mi rostro hasta que llegó a mis labios, impidiéndome añadir o protestar sobre lo que acababa de decir. Comenzó a chupar mi labio inferior, tirando de él y mordiéndolo como a mí me gustaba. Le respondí gustosa jugando con sus labios, para poco tiempo después empezar a hacerlo con su lengua. Robert subió sus manos por mi vientre hasta llegar a mi pecho derecho. Agarró el pezón y tiró de él. Me revolví entre sus brazos y mordí su labio con fiereza. Le necesitaba.
-Te necesito…-Dije pegada a sus labios. Robert gimió sobre mi boca y llevó su otra mano a mi otro pecho mientras yo me colgaba de su cuello.
-Pero tendrás que esperar unos minutos. –Le miré con el ceño fruncido. Se rio de mi- El agua se está quedando helada, tienes la piel de gallina, pequeña. Dicho esto se levantó conmigo en brazos, salió del agua y nos envolvió en una gran toalla antes de dirigirse al dormitorio. Me tendió en la cama y se colocó sobre mí.
-Te amo. –Dije mirándole a los ojos.
-Yo más, bebé. –Besó tiernamente mis labios antes de introducirse en mí.
Después de una apasionante noche donde me hizo suya de todas las formas posibles amanecíamos abrazados, como hacía meses que no despertábamos, ya fuese por que estuviésemos separados, enfadados u cualquier otra razón que me impedía dormir entre sus brazos. Tracé patrones interminables en su pecho. Rutas que se perdían en su estómago, espirales que recorrían sus abdominales. Me sentía exhausta por todos los acontecimientos que nos habían ocurrido en los últimos días, pero aun así, muerta de cansancio tanto mental como sicológico no podía dormir. Llevaba más de media hora despierta jugando con mis dedos en su piel, incapaz de volver a conciliar el sueño. Todavía era temprano, no más de las nueve de la mañana, pero para tener vacaciones no era demasiado tarde. Decidí que era muy pronto para ponerme a pensar en todo lo ocurrido y lo que quedaba por ocurrir, no iba a emparanoiyarme desde el comienzo del día. Con cuidado me deshice de sus brazos y salí de la cama. Como si fuese un niño pequeño, le arropé y besé la frente. Me di una ducha rápida para no despertarle y me puse una bata y zapatillas antes de cerrar las cortinas para que no le entrase luz y bajar abajo. Por el camino me hice una coleta y rogué que en estas tres semanas Rob hubiese hecho la compra.
Para mi alivio la nevera estaba llena, al igual que los armarios y la despensa, y no faltaba de nada, había hasta masa de tartas. Busqué la mochila que Scout había traído ayer con mis cosas y saqué el iPod. Lo encendí y empecé a hacer el desayuno al ritmo de Fun. Durante más de una hora me dediqué a hacer todo lo que se me ocurrió: Muffins, tortitas, macedonia, bacon y huevos, tostadas, batido de chocolate, café y zumo. Lo puse todo en una gran bandeja acompañado de más fruta, azúcar, nata, sirope, chocolate y mermeladas. No faltaba de nada. Coloqué los cubiertos y apagué el iPod. Subí con la bandeja hasta nuestra habitación y la puse sobre la cómoda. Me acerqué a la cama y me senté a horcajadas sobre Rob, que dormía plácidamente boca arriba. Le miré durante unos instantes, estaba tan tierno que prefería quedarme mirándolo, pero el desayuno se enfriaba. Empecé a dejar besitos por su pecho, subiendo por el cuello llegando hasta su cara.
-Buenos días dormilón…-Continué con los besos, ahora por sus párpados cerrados, su sien, la frente- Vamos… Niño grande…-Comencé a reír bajito mientras le besaba. Robert se removió un poco y sonrió-… Buenos días papá…-Susurré esto último en su oreja, dejando ahí otro beso. Sentí como sus brazos me rodeaban y me estrechaban a él.
-¿Estoy soñando? –Preguntó con una voz un poco dormida. Volví a besarle en los labios y antes de que pudiese responder me separé un poco.
-Mmmm… Veamos… No, no estas soñando. – Le acaricié el pecho y esperé a que abriese los ojos- ¿Quieres desayunar? –Robert me miró sonriendo y me acercó a sus labios. Gustosa me dejé hacer. Delineó mi labio inferior y después tiró de él.
-¿Tu eres el desayuno? –Su mirada brillaba. Reí y me levanté de encima. Cogí la bandeja de la cómoda y la puse a su lado en la cama. Rob se sentó en la cama y me miró incrédulo. Estaba gracioso, solo unos bóxer, el pelo desordenado y una cara de niño pequeño ilusionado- ¿Seguro que no es un sueño? ¿Una bandeja llena de comida y mi chica solo con una bata de seda? –Negué con la cabeza riendo y me senté junto a él. Robert me abrazó y me besó el cuello.
-¿Qué quieres comer? –Pregunté.
-Mmmm… -Recorrió con la mirada la bandeja y luego me miró a mí. Sonrió- Te quiero a ti, cubierta de nata y chocolate.-Mi centro palpitó y le miré peligrosamente.
-Solo si luego te puedo bañar yo a ti con chocolate y lamerte.
-Primero vamos a hacerte disfrutar a ti, luego ya veremos. –Robert volvió a sonreír. Se levantó de la cama y puso la bandeja en el suelo. A velocidad inhumana quitó todo lo que había sobre la cama sin importarle que yo estuviese en ella y dejó solo el protector. Burlonamente se acercó a mí y me puso de pie. Desató el nudo y abrió la bata. La deslizó por mis hombros y cayó a mis pies. Me acarició los brazos y me empujó hacia atrás mientras se agachaba a coger la jarra con chocolate. Metió un dedo en el chocolate y se lo llevó a la boca.
-Delicioso.-Me colocó en el centro de la cama y me echó un vistazo antes de sentarse a horcajadas sobre mí, mirándome con picardía. Poco a poco vertió un poco de chocolate, caliente, por mi cuerpo. Primero mi cuello y hombros, después mis pechos. El contacto del chocolate caliente con mi fría piel hizo que me estremeciese y mi piel se erizase. Robert siguió su camino, concentrado en la tarea que llevaba a cabo. Dejó que el chocolate resbalase por mi vientre hasta mi monte de venus y mi sexo. Por último acabó manchando mis piernas del apetitoso líquido. Me retorcí debajo de el- Quieta pequeña potrilla. Te voy a dar un masaje con chocolate que no vas a olvidar nunca. -Juntó sus labios con los míos, mordiéndome fieramente para después batallar con mi lengua. Nuestras bocas se separaron cuando empezó a faltarme el aire.
Cerré los ojos cuando sentí las manos de Robert extendiendo el chocolate por mi cuello y hombros. Sus manos acariciaron mis brazos, entrelazando sus dedos con los míos por un segundo para después continuar el masaje por el valle de mis pechos. Suspiré al sentir sus dedos delinear el contorno de estos y como un segundo después sus manos los ahuecaban. La medida de mis pechos parecía ser perfecta para él, como si verdaderamente, estuviéramos hechos el uno para el otro. Sus dedos rozaron mis pezones los cuales se endurecieron al segundo por su contacto. Robert los masajeó y apretó haciéndome gemir en voz baja mientras me mordía con fuerza mi labio inferior y mantenía mis ojos cerrados, disfrutando de las sensaciones que provocaba en mi cuerpo sus deliciosas manos y el chocolate. Unos instantes después empezó a lamer mi pecho izquierdo, mientras tiraba del pezón contrario y masajeaba el pecho. Lamía como si fuese un helado que se derretía poco a poco, y en cierto modo así me sentía. Gimió como un loco. Aprisionó el pezón con sus dientes y tiró de el succionando. Ahora era yo la que gemía y me arqueaba. Cambio al otro pecho repitiendo los movimientos anteriores, haciéndome gemir continuamente.
Después de varios minutos de toqueteo constante en mis pechos y gemidos incesantes por mi parte, las manos de Rob se deslizaron por mis costados acariciándolos, mientras su lengua bajaba por el valle de mis pechos succionando el chocolate hasta mi vientre, donde hizo una pausa dándome besitos y susurrando cosas hermosas:
-Hola bebé... Espero que estés cómodo ahí y no te asustes mucho por la fiesta que vamos a tener nosotros. -Repartió pequeños mordisquitos por todo mi vientre- Te queremos ratona o ratón.
No pasó mucho tiempo cuando sus manos volvieron a moverse esta vez, descendiendo por mis muslos, los cuales masajeó y acarició. Sus manos acariciaron la parte interna de mis muslos en sentido ascendente, cada vez más cerca de mi sexo. El cosquilleo se hizo más fuerte y sentí como me humedecía con cada roce de sus dedos en mi piel. Sus manos separaron mis piernas que estaban juntas hasta ese momento, permitiéndole seguir subiendo por mis muslos. Sus manos estaban a milímetros de mi sexo. Tan cerca y tan lejos a la vez…Mi cuerpo se tensó por la anticipación mientras que la humedad en mi entrepierna crecía considerablemente. Entonces en lugar de seguir avanzando y acariciarme allí donde tanto lo deseaba, sus manos bajaron por mis muslos, retrocediendo por el mismo lugar por el que había subirlo. Sus manos desaparecieron dando paso a su lengua. La pasó por la planta de mi pie izquierda, de arriba abajo unas cuantas de veces haciéndome reír. Mordió y succionó mis dedos. Continuó su camino paseando la lengua por mi tobillo, mordiéndolo un poco. Subió por mis pantorrillas, lamiendo todo el chocolate que había en mi pierna. Cuando llegó a la rodilla, depositó un besito ahí y siguió su camino hasta los muslos. Trazando patrones con la lengua fue lamiendo todo el chocolate. Me mordía, succionaba y acariciaba el muslo, acercándose peligrosamente a mis ingles, pero nunca pasando la barrera. Cuando esa pierna estuvo lista desanduvo el camino hasta mi pie, depositó un beso en la planta de este y paso a la otra pierna, repitiendo el proceso, dejándome limpia de chocolate, solo que esta vez mucho más lento y torturador. Cara lametazo era un latigazo directo a mi clítoris.
-Roob...-Gimoteé. Sonriéndome pícaramente masajeó mis piernas y pies con parsimonia. ¿Es que no se daba cuenta de lo ansiosa que estaba? Abrí los ojos, un poco enfadada.
-Impaciente...- Dijo. Enfurruñada volví a cerrar los ojos y a relajarme, intentando ignorar el hormigueo ahora situado en mi sexo, anhelante por sus caricias.
Robert continuó con su masaje en mis tobillos otra vez, mordiéndolos. Tobillos, tobillos…. ¡En mi entrepierna era donde quería el maldito masaje! Para colmo Robert me torturó un poco más masajeando mis muslos de nuevo, demasiado cerca de mi centro, pero teniendo mucho cuidado de no rozarlo. Mis hormonas me decían que o me daba lo que quería o explotaría por combustión espontánea. Me las iba a pagar.
-Te notó un poco ansiosa, pequeña.- Dijo con voz extremadamente sexy mientras en su rostro continuaba aquella expresión de picardía que me hacía volver loca a cada segundo. Gruñí, esta vez más fuerte mientras me removía entre las sábanas, el cosquilleo estaba siendo delirante, el chocolate era una buena arma. Abrí los ojos, topándome con los suyos todavía más negros que antes, excitándome todavía más. Se había puesto a mi lado y me observaba, como un cazador a su presa. Con nuestros ojos conectados, sentí su mano deslizarse por mi cuerpo, hasta detenerse a centímetros de mi pubis. Humedecí mis labios y empecé a respirar con dificultad, mientras mi ritmo cardiaco se disparaba. Su dedos se enredaron entre mi vello púbico, rozando mi sexo muy superficialmente.- ¿Quieres esto Kris?- Pronunció mi nombre de una forma que sentí como mi centro se derretía en calor y humedad.
-S-sí- -Jadeé mirándole a los ojos y sintiendo mis manos temblar por la extrema excitación del momento. Su dedo índice se abrió paso entre mis labios íntimos acariciando mi clítoris ligeramente. Gemí y arqueé la espalda, ladeando la cabeza hacia la izquierda estando todavía más cerca de su rostro. Se llevó los dedos a la boca y me miró mientras los lamía- Que rico manjar, chocolate y Kristen unidos en mis dedos.- Robert me besó, y yo me perdí en el beso, cerrando los ojos y siendo simplemente consciente de su lengua acariciando mi boca y sus dedos frotando mi clítoris en círculos.
-R-roo-beert - Gemí, cuando la excitación se hizo insoportable. Joder, sí que estaba sensible. Abrí los ojos y lo busqué con la mirada. Pero él ya no estaba junto a mi cabeza, estaba justo entre mis piernas sin dejar de acariciar mi clítoris, haciendo realmente difícil pensar con claridad.
Volví a cerrar los ojos echando la cabeza hacia atrás cuando aumentó el ritmo de su dedo en mi botón. Entonces empecé a sentir húmedos besos por mis muslos, aunque los movimientos sobre mi clítoris no cesaban. Los besos en mis muslos, siguieron ascendiendo. Su boca estaba a milímetros de mi sexo. Abrí los ojos totalmente deseosa. Mis ojos se cruzaron con los suyos, nublados de deseo y Rob se lamió un poco de chocolate de su labio inferior, mandando un latigazo de placer a mi sexo. Paró el movimiento de sus dedos.
-¿Quieres esto, pequeña?- Preguntó con voz ronca presa de la excitación.
-No-oo sab-bes c u-cuanto. -Contesté entre jadeos. Los movimientos en mi clítoris reaparecieron, excitándome más y más. Sabía que se podía enloquecer de excitación, y mis hormonas no ayudaban. Mientras tanto Robert lamió mi ingle izquierda y después la derecha, estaba a milímetros de mi intimidad- Por cierto, yo también quiero esto.- Murmuró de repente justo antes de hundir su boca en mi sexo palpitante.
Su aliento golpeó mi intimidad, haciendo que todo el vello de mi cuerpo se erizara, y mis pezones se pusieran todavía más erectos, casi dolían. Su lengua ágil y húmeda recorrió mi sexo desde abajo hasta arriba y viceversa, mientras que sus dedos separaban mis labios íntimos, dándole total acceso a mi intimidad. Su lengua rozó mi clítoris y me sentí desfallecer. Esto era mucho mejor que sus maravillosos dedos. Arqueé la espalda y gemí su nombre ante el primer latigazo de placer. Su mano derecha se situó en mi muslo, separándolo y evitando que cerrara las piernas para poder moverse con mayor comodidad, mientras que acariciaba mi piel trazando círculos con su dedo pulgar. El placer se hizo demasiado fuerte y sentí la necesidad de tocarle. Mis manos buscaron las suyas, topándome con su mano sobre mi muslo. Entrelazamos nuestras manos mientras que mi otra mano viajaba hasta su cabeza, entrelazando mis dedos con los mechones de su cabello.
-¡Oh Diosss!- gemí.- Ma-dree mííííaa…R-oob-ert -Estaba empezando a gritar mientras me retorcía sin control. El placer se estaba haciendo más fuerte y poderoso, y el cosquilleo estaba alcanzando su punto máximo en mi bajo vientre. Estaba muy cerca. Sentí aquella sensación de caída que me azotaba cada vez que me corría.- ¡Ro-ert!- Le llamé sin ni siquiera saber qué era lo que pedía con mi voz. Las hormonas revolucionadas lo hacían todo más intenso.
-Déjalo ir, cariño, déjalo ir.- susurró Rob con voz contenida, separándose unos centímetros de mi sexo para un segundo después soplar contra mi clítoris, y aquello fue demasiado.
Las ráfagas de placer me aturdieron, haciendo que mi cuerpo se convulsionara y temblara con violencia mientras todos los músculos de mi cuerpo se tensaban y mi sexo se convulsionaba en espasmos. Y yo solo pude gritar su nombre como si mi vida dependiera de ello, mientras me aferraba con fuerza a su cabello. Cuando los temblores cesaron al igual que las convulsiones y mis espasmos internos se calmaron un poco me deje caer rendida sobre la cama, con los ojos cerrados, intentado que mi ritmo cardiaco recuperara su velocidad normal al igual que mi acelerada respiración. Sentí unos cálidos brazos rodearme y un cariñoso beso en mi cabeza.
-¿Estás bien?- preguntó su armoniosa voz. Puso una mano contra mi vientre.
-Aja.- Suspiré sin ser capaz de decir nada más. Mi mente estaba demasiado ocupada intentado calmar mi cuerpo después de la agitación del orgasmo. – Definitivamente, quería esto.- Susurré cuando me calmé un poco. Robert rio contra mi oído, su melodiosa risa me lleno de felicidad, la echaba de menos- ¿Qué tal tú?
-Kristen…-Susurró alzando mi mentón para poder mirarme a los ojos.- Hacía mucho tiempo que no me sentía tan pleno, que no disfrutaba contigo. Te mereces todo esto, mereces castigarme. Por fin te doy lo que merecías desde hace muchos meses, placer y no dolores de cabeza.- Dijo.
Su tono fue serio y contundente pero no pudo ocultar una bella sonrisa en su rostro de ángel. Sonreí con él y sin poder contenerme le besé. En un beso romántico, demostrándonos todo lo que sentíamos el uno por el otro. Percibí un sabor distinto en su boca. Tardé un segundo en comprender que eso era mi sabor mezclado con el chocolate.
-Te quiero- Susurró en mi oído.
-Y yo a ti.- Respondí besando la comisura de sus labios.
-Ahora tengo una nueva adicción.
-¿Cuál?
-Tú esencia mezclada con chocolate. –Me ruboricé un poco- Es lo más rico que he probado en mi vida.
-Tonto…-Me acunó contra su pecho y yo apoyé mi rostro sudado contra su fría piel. Entonces sentí un bulto duro a la altura de mi cadera. Disimuladamente dirigí una miradita al bulto confirmando mis sospechas. Al parecer esto había sido muy excitante para los dos. El cosquilleo increíblemente volvió a formarse en mi sexo. ¿Cómo era posible recuperarme tan rápidamente de un orgasmo increíble y estar lista para volver a tener otro? Claro que, teniendo a Robert Pattinson al lado. ¿Cómo no desearlo constantemente? Mientras me mordía el labio inferior llevé mi mano hasta su abdomen justo sobre el elástico de sus bóxer negros. De un tirón me deshice de su ropa interior liberando su gloriosa erección. Robert se percató de mis intenciones y antes de que pudiera darme cuenta estaba sobre mí sosteniendo mis muñecas por encima de mi cabeza.
-¿Lista para una segunda ronda?- Musitó restregándose contra mí. Sus ojos negros como la noche decían que me deseaba tanto como yo a él. Pero decidió tentarme un poco, solo restregándose, haciendo que mis caderas se pegasen a las suyas creando fricción.
-¡Siii! Por favor Robert, quiero volver a sentirte. Quiero tenerte en mi interior como anoche. Te he añorado tanto todos estos días… Necesito que me sacies. - Supliqué con voz dulce pero pícara a la vez, excitándolo. Tragó saliva y cerró los ojos. Su respiración acelerada y su erección que parecía vibrar contra mi vientre me hacían impacientarme. Ala, volvía a estar preparada. ¡Ja! Ya lo creo que lo estaba. La excitación estaba volviendo a crecer en mi vientre y podía sentir como me humedecía hasta gotear. Estaba completamente preparada para volver a hacer el amor con él.
-Por favor, Robert…-Supliqué de nuevo. Pero antes que le diese tiempo a comenzar decidí tomar la iniciativa. Me lancé contra Robert haciéndonos rodar quedando yo sobre él. Presioné mis labios con los suyos. En un beso hambriento y fiero, frenético.
-Gatita traviesa.- gruñó al mismo tiempo que sus manos se apoderaban de mis pechos, haciéndome gemir en su boca. Arqueé la espalda al tiempo que Rob movía su boca de mi cuello a oreja, lamiendo la sensible piel de mi cuello para después besar cada uno de mis pechos, lamiendo y succionando mis pezones con verdadera devoción. En ese momento yo ya me sentía enferma de excitación, mi sexo palpitaba con fuerza, necesitado del suyo. Mis manos viajaban descontroladas por el perfecto cuerpo de mi vampiro personal, entre gemidos y jadeos por parte de ambos.
-Ro-ob, te necesito. Te quiero ahora, en mí. Por favor, te necesito.- Pedí entre latigazos de placer.
Sus manos y boca se movían con avidez por mi cuerpo, como si supiera exactamente donde tocar para volverme totalmente loca. Robert reaccionó a mi petición, incorporándose en la cama, apoyando su espalda en mi cabezal de forma que quedara semi-sentado en el centro de nuestra cama. Con su ayuda me posicioné sobre él, con un solo empujoncito hacia abajo estaría en mi interior caliente y húmedo.
Robert acarició mi mejilla apartando el pelo de mi cara y mirándome a los ojos, preguntándome si estaba lista. Asentí mordiendo mi labio inferior y apoyando mis manos en sus fuertes y musculosos brazos. Sus manos fueron hasta mi cintura. Respiré hondo y con la ayuda de sus manos bajé lentamente, sintiendo como se adentraba en mi interior. Centímetro a centímetro, la velocidad era deliciosamente lenta, disfrutando de cada milímetro. Cerré los ojos y apreté mis manos en torno a sus brazos y oí a Rob suspirar. Seguí deslizándome hacia abajo. Maravillándome con la dimisión de su miembro. En ese momento me parecía más grande que hacía unos segundos. Esta posición era más profunda, algo que necesitábamos con locura. Cuando gran parte de su erección estaba en mi interior. Robert detuvo mi avance, abrí los ojos y me encontré con los suyos clavados en los míos, oscuros por la excitación. Aquello me excitó demasiado. Sus manos situadas en mi cintura me alzaron unos centímetros para un segundo después hacerme bajar en un golpe seco hasta abajo del todo, empezando un suave movimiento de vaivén. El latigazo de placer fue tan fuerte que no pude evitar gemir a la vez que arqueaba la espalda y echaba la cabeza hacia atrás, al igual que Robert, que rugió de placer. Me moví de nuevo, siendo guiada por Robert. Sentía su mirada clavada en mi cuerpo haciendo que me excitase aún más. Pero no me detuve continué deslizándome hacia delante y hacia atrás, moví mis manos de sus brazos a su pecho, podía sentir sus pectorales bajo mi mano, que se tensaban y se relajaban con cada penetración. Aumenté el ritmo con un sonoro gemido por parte de Rob, corroborando mi movimiento.
Abrí los ojos fundiendo nuestras miradas. Lujuria y pasión eso era lo que podíamos ver en los ojos del otro. Eso era lo que irradiaban nuestros cuerpos perdidos en el placer. Totalmente enloquecida solo pude moverme todavía más rápido queriendo sentirlo más profundo, avancé un poco más, descubriendo que el pene de Robert se hacía más grande, llenándome hasta dilatarme. Hambrienta de deseo me moví frenéticamente penetrándome más hondo que antes. Las manos de Robert me ayudaron con mi ritmo, subiéndome y bajando a la vez que el me recibía empujando sus caderas contra las mías, creando una increíble fricción y penetrándome totalmente. Sentí un gran latigazo de placer que hizo palpitar mi clítoris y hacerme gritar. Me moví hacia delante y hacia atrás más rápido que antes. Las manos de Robert temblaron sobre mis caderas, mis gemidos estaban empezando a convertirse en gritos y Robert no deja de jadear, gemir y gruñir todo a la vez, cada vez más alto. Sus sonidos guturales me excitaban y aumentaban mi placer, un placer que estaba muy próximo a alcanzar su punto máximo.
-Diosss K-kristeeeen… E-eres…pr-eciossaa.- Gimió en mi oído con voz entrecortada. Su comentario me excitó más si cabe.
Robert empezó a mover sus caderas hacia arriba totalmente perdido en el placer, penetrándome con más fuerza y velocidad. Sus gruñidos en mi oído me estaban volviendo loca, solo podía de saltar con más fuerza sobre él, presintiendo que este orgasmo iba a ser memorable para ambos. Miré el rostro de Rob, más sexy que nunca. Con sus labios entreabiertos, sus ojos entrecerrados de puro placer, su ceño fruncido por las constantes olas de inmenso placer, su pelo rebelde estaba más desordenado que nunca dándole un aspecto salvaje, su respalda arqueada rozando sus pezones con los míos. Era un Dios, mi Dios. De repente una de sus manos se deslizó desde mi cadera hasta mi sexo, sus dedos encontraron mi clítoris y empezó a frotarlo con fuerza haciéndome poner los ojos en blanco. Robert estaba temblando y sus gruñidos verificaban que estaba muy cerca, cerquísima. Aumentó la velocidad de los movimientos sobre mi clítoris haciéndome temblar. Me moví sobre el salvajemente, estaba desquiciada. El movimiento de caderas de Rob junto con el mío hizo que pudiera sentirlo totalmente en mi interior. Sus testículos rozaron contra mi trasero y supe que el placer había llegado a lo más alto. Mis movimientos se hicieron irregulares y sentí como el hormigueo en mi sexo explotó extendiéndose por mi cuerpo, en espasmos y temblores mientras que mis uñas se clavaban sin éxito en su pecho y mi vista se nublaba. Le mordí el hombro antes de arquear mi espalda.
-¡Ah… Oh Dioss Míooo…ah…ah…! ¡Ro-beeert!-Chillé con todas mis fuerzas presa de la veracidad del orgasmo. Al mismo tiempo el cuerpo de Rob se tensó completamente y con la primera de mis contracciones alrededor de su miembro, llegó a su propio clímax, apretando sus manos alrededor de mí y mordiendo su labio mientras un fiero gruñido mezclado con mi nombre resonó en lo más hondo de su pecho. Sus convulsiones fueron tan fuertes como las mías, las cuales ya habían cesado, dejándome exhausta sobre su pecho.
Robert, como siempre, habiéndose calmado antes que yo, puso sus calmantes manos sobre mis sudadas frente y mejilla, limpiándome las gotitas de sudor. Lo agradecí en silencio con una sincera sonrisa, mientras intentaba que mi respiración se hiciera normal al igual que mi ritmo cardiaco que lo sentí palpitar tras mi oreja. Cuando la cabeza dejó de darme vueltas, la alcé unos centímetros de su pecho para poder mirarle. Robert me sonrió con una flamante sonrisa. Estaba feliz, justo como me gustaba verlo. Volví a acoplarme sobre él.
-¿Qué tal estás? –Preguntó acariciando mi espalda. Completamente amodorrada sobre su pecho después de dos orgasmos arrasadores parecía que una fuerza me impedía moverme. Estaba cansada. Sonreí y le besé el cuello.
-Muy bien. Aunque, estoy para el arrastre. –Rio y masajeó mi espalda pegajosa.
-¿Y mi hijo? ¿Te he hecho daño? –Fruncí el ceño. Robert tan cuidadoso como siempre solo se preocupaba por mí.
-No, no… Estoy bien, más que bien. No me duele nada. –Le hice cariñitos en el cuello con la nariz y volví a besarle. Me abrazó fuerte y susurró una melodía desconocida para mí. Cerré los ojos y me dejé ir.
-Kris… Kristen…-Pestañeé. Seguía amodorrada sobre el pecho de Robert. Gruñí y me acurruqué más a él. Estaba cansada- cariño, ya sé que estás cansada, anoche te tuve despierta hasta muy tarde y acabo de gastar tus energías, sin contar el embarazo… pero si no nos duchamos nos vamos a acabar pegando el uno al otro.
-Mmmm… no…me…importa…-Musité medio dormida, o algo parecido.
-Cariño… venga, luego puedes seguir durmiendo… -Besaba mi pelo y acariciaba mi espalda. Como lo amaba. Tengo que ponerle un monumento. Gruñendo me despegué de él, besé la comisura de sus labios, agarré el camisón que estaba en la silla y entre en el baño.
Diez minutos después entre en nuestro dormitorio duchada, oliendo a menta y con el camisón puesto. La ducha me había revivido y ahora estaba como nueva. Robert estaba sentado con el pijama, en la cama ahora hecha, comiendo el desayuno que le preparé.
-¿No está un poco frio? –Pregunté. Sonrió y me abrió los brazos para que me sentase en su regazo. Lo hice, besando sus carnosos labios.
-Está perfecto. –Pinchó un trozo de tortita con nata y fruta- Abre la boca, pequeña. –Le hice caso. Metió el trozo de tortita en mi boca.
-Mmmmm… Riquísimo. –Dije cuando hube terminado de tragar- Ahora tú. –Pinché otro trozo y se lo metí en la boca. Bebí un poco de chocolate mientras tragaba. Cuando terminó me lance a sus labios, depositando un poco de chocolate en ellos, para después jugar con mi lengua y morderle hasta que no quedó rastro de chocolate. Sonreímos y juntamos nuestras frentes- Eso está más rico.
Se levantó conmigo en brazos y me depositó en el suelo, dándome un azote en el culo.
-Termina de desayunar bebé. Voy a la ducha. –Besó tiernamente mis labios y se encaminó al baño mientras le observaba. Me senté en la cama y empecé a comer trocitos de fruta y muffin mientras revisaba mi móvil. Unos minutos después de haber revisado todo y haber comprobado que como el Hobo dijo ayer, habíamos causado la tercera guerra mundial en internet por las fotos que nos sacaron en la playa volví a concentrarme en la comida. Apetitosa de un buen vaso de café para reponer fuerzas me llené mi taza hasta arriba y con ganas bebí. Volví a comer otro trozo de tortita, pero antes de que tragase una oleada de nauseas me asaltó y tuve que salir corriendo al baño. Sin pararme a mirar que hacía Rob levanté la taza del váter y vomité todo el desayuno. Al instante unas manos mojadas me sujetaban.
-Tranquila… Respira… -Me decía intentando calmar mi respiración agitada. Y si es que había algo superior a mí, era vomitar. Me agarré con fuerza a váter mareada. Eche cualquier resto de comida que hubiese en mi con cada nausea y retorcijón de mi estómago hasta que no quedo nada. Las náuseas siguieron atormentándome unos segundos más, pero ya no echaba nada. Con cuidado Robert me levanto y giró para que le mirase. Mareada me apoyé en su pecho. Todo me daba vueltas. Robert me levantó y en brazos me llevó hasta la cama. Me tumbó en ella y desapareció un segundo. Al instante tenía un paño frio sobre la frente y sus brazos me envolvían. Me di cuenta de que estaba completamente vestido con unos vaqueros y una de sus camisetas blancas que tanto le robaba- ¿Mejor? –Preguntó. Asentí con la cabeza y me acurruqué en su pecho.
-Ha sido el café…-Murmuré cansada. Besó mis labios cuidadosamente.
-No más café. –Dijo con un toque gracioso. Unos minutos después volvió a hablar- ¿Estás mejor?
-Solo un poco mareada. Pero se me va pasando. –Dije con un poco más de fuerza en la voz.
-Creo que ya va siendo hora de que conozcamos a nuestro bebé.
-Hora de ir al ginecólogo.
***
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Nos vemos la semana que viene.
Aroa @_twilightfacts_
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