Antes de que comiences a leer el capítulo; todo lo escrito y explicado abajo son cosas que pueden ocurrir en la vida real, por lo tanto nada es inventado. Cuando escribo un capítulo en el que necesito que ocurra algo que desconozco como funciona o como se produce lo busco y me informo sobre ello, por lo tanto todo lo escrito en este fic es real y puedes encontrarlo documentado en internet o libros relacionados con el tema. No te aseguro al 100% que pueda ocurrir de la manera que lo planteo pero intento seguir la realidad lo máximo posible. Solo tengo 16 años y nunca he experimentado nada de lo que escribo, pero puedes estar tranquilo/a, todo lo que leas aquí es fiable.
Si hay algo en lo que me he podido equivocar o lo veis demasiado inverosímil me gustaría que me lo comentaseis.
Gracias, espero que disfrutéis del capítulo.
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Besos, Aroa.
PARA SIEMPRE
CAPITULO 6.
Angelito.
-Shhh… Ya está.-Katy se sentó a mi otro lado y tiró de mí. Apoyé mi cabeza en sus piernas mientras ella acariciaba mi pelo- No digas tonterías, ella estará bien, y tu hijo también.-En ese momento Ann entró por la puerta vestida con una bata verde. No tenía buena cara. Tuve un mal presentimiento. Como si tuviésemos un resorte todos saltamos de nuestros sitios y fuimos hacia Ann.
-¿Y? –Dijo Sienna desesperada.
KRISTEN POV
Un molestó dolor en la pelvis y espalda hizo que abriese los ojos perezosamente. Esperé a que mi vista se acostumbrase a la luz de la habitación.
-Hola dormilona…-Seguí el sonido de la voz. Tom estaba sentado en un sofá en el fondo de la habitación junto a Sienna y Robert. Parecían cansados. Robert tenía un poco de barba, estaba despeinado y grandes ojeras le asomaban por debajo de los ojos. Llevaba todavía los pantalones del pijama y la sudadera que se había puesto cuando salimos de casa. No tenía buen aspecto. Sus ojos habían perdido su brillo característico y la seriedad se apoderaba de su rostro. Recordé entonces todo lo que había pasado. La pelea, mi reacción, la sangre, el dolor, la histeria, el aborto… Mi corazón empezó a latir desenfrenado y en mi cabeza solo había una cosa, el bebé. Una de las máquinas a la que estaba conectada empezó a pitar. Miré a Robert asustada, que se acercaba a mí junto a Tom y Sienna.
-Kristen tranquila, ¿Qué ocurre? –Llegó a mi lado en un abrir y cerrar de ojos y tomó mi mano, llena de tubos.
-El-el beb-e…-Mi voz sonaba apagada y sin fuerza. Intenté incorporarme.
-¡No! Kris no te levantes.- Robert me lo impidió. Pero el minúsculo movimiento que hice fue recibido por mi cuerpo de la forma menos esperada. Una oleada de dolor atravesó mi columna y me hizo gemir- Tienes que guardar reposo absoluto.-Con cuidado me colocó las almohadas y Sienna acarició mi pelo mientras se pasaba el dolor- Estás muy débil, perdiste demasiada sangre.
Tenía miedo de preguntar, pero necesitaba saber.
-¿Qué-e ha pasado? –Mi voz era pastosa. Robert miró a Sienna. Parecía apunto de venirse abajo. Sus ojos estaban aguados y su mandíbula tensa. Evitó mirarme a los ojos y volvió la cara. Eso me dolió. ¿Por qué se comportaba así? Mi cerebro hizo clic. Una palabra vino a mi mente, aborto- No-o, no pue-ede ser…-Mi labio inferior tembló y mis ojos se anegaron de lágrimas.
-Noo, no, no no… Kristen mírame.-Sienna acunó mi cara entre sus manos. No la miré. Estaba como ida. Me hundía en un agujero negro. Había perdido a mi bebé. A mi pequeño ratón… Todavía no había podido ni sentirlo y ya se había esfumado… Intenté gritar, pero nada salió de mi pecho. Tampoco era capaz de llorar. Solo veía como miles de imágenes con las que había estado fantaseando estos días se rompían en pedazos- Krishstbem no ais arbotd. –La voz de Sienna parecía muy lejana y distorsionada. Mi corazón se moría de dolor… Mi pequeño bebé. Yo tenía que haber cuidado de el… Y ahora se había ido para siempre… Ni siquiera sabría si sería niño o niña. Un punzante dolor me atacó cuando noté como me zarandeaban con cuidado- ¡Kristen escucha! -Pestañeé. Sienna mi miraba seriamente. Volví a gemir de dolor y llevé una mano a mi vientre, donde el dolor más se intensificaba sin prestar atención a sus palabras. Cerré los ojos con fuerza. Me merecía todo este dolor. Merecía la muerte. Había matado a mi bebé. Empecé a sollozar.
-Shhh tranquila. –La arrulladora voz de Robert llegó hasta mis oídos. Estaba muy cerca de mí. Sentí como acariciaba mis mejillas y secaba mis lágrimas- Todo está bien, no ha pasado nada…- Abrí los ojos aguados y le miré ¿Cómo podía decirme eso? Acabábamos de perder a nuestro bebé.
-¿C-ómo que na-ada? –Dije entre sollozos. Yo solo podía pensar en mi pesadilla. Como arrancaban a mi bebé de mi vientre sin que yo pudiese hacer nada.
-Mi amor, el bebé está bien.-Dijo besando castamente mis labios. Una pequeña sonrisa apareció en su rostro. No comprendí nada.
-¿Qu-e..?
-Está bien. –Llevó mi mano hasta mi vientre plano y la colocó sobre la mía sin dejar de mirarme a los ojos- Está aquí.- No pude evitar abrazarme a él con fuerza y volver a sollozar, pero esta vez de alegría. Con cuidado me atrajo hacia él y me rodeó con sus brazos. Mi bebé estaba bien, mi pequeño bebé estaba vivo. La alegría que se instauró en mi pecho en ese momento no la había sentido en mi vida. Me sentía la mujer más afortunada del mundo. Todo volvía a tener sentido. Conocería a mi bebé. Podría abrazarlo, besar su frente, acariciar sus deditos. Mi bebé viviría. Suspiré aliviada cuando me di cuenta de mis propios pensamientos. Aliviada agarré a Robert con fuerza. En menos de cinco minutos había visto como mi mundo se derrumbaba y volvía a construirse.
-Gracia-as a dios. –Respiré hondo y Rob me devolvió a la cama. Sienna agarró mi mano- Ya... ya creía que…-Pero no pude continuar, mi voz no salió. No podía ni volver a pensarlo.
-Shhh…-Robert acariciaba mi frente y pelo con mimo- Debes estar tranquila. –Llevó su mano a mi vientre- Nuestro pequeño está aquí.-Seguí el camino de su mano y puse la mía encima de la suya.
-Eres una campeona.-Tom se sentó en la cama y rodeó a Sienna con sus brazos.
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-¿Cu-uánto he dormido? –Una vez recuperada la calma quería saber todo lo que me había pasado. Tom y Sienna se habían tenido que ir. La pequeña Marlowe llevaba demasiadas horas sin verles y le había formado un berrinche a sus abuelos. Tom y Sienna habían pasado todo el día en el hospital con Robert.
-Ayer te mantuvieron sedada todo el día.-Me dijo Robert mientras colocaba un mechón de pelo detrás de mí oreja.
-¿A qué día estamos? –Había dormido más de lo que pensaba.
-Son las siete de la tarde sábado. Estamos a 17, mi amor. –No me esperaba eso- Ayer estuviste sedada por el bien del bebé y porque estabas demasiado débil.- Una sonrisa triste cruzó su rostro- Hoy al menos tienes color en tus mejillas.-Dijo acariciándolas- Esta mañana te quitaron el sedante. Anne dijo que como estabas tan débil podías estar durmiendo unas horas más.
-Pues me encuentro muy cansada.-Rob se sentó en la cama y llevó sus manos a mi vientre.
-Kris… Yo… Yo pensé que os perdía… Lo he pasado muy mal. Han sido las 48 horas más horribles de mi vida. Desde que te vi llorando en casa hasta que te has despertado. –Se acercó a mí. Yo le envolví en mis brazos y le acurruqué en mi pecho. Estaba sollozando. Lo debía de haber pasado tan mal…- He tenido tanto miedo. No sabía que pasaba y nadie me lo decía. La culpa me mataba y la agonía podía conmigo. Ya no sabían cómo calmarme, y hasta que no te vi tumbada en la cama no me relajé. Verte respirar, aunque fuese tan lento y estuvieses tan pálida ha sido la mejor visión de mi vida. No me perdonaría que te pasase algo. Eres mi vida. –Se agarró fuerte a mí. No pude evitar llorar con él. Yo no me imaginaba en su situación, sin saber nada de él…- Prométeme que no me vas a dar otro susto así en la vida. He estado a punto de morirme.
-Te lo prometo. –Dije entre lágrimas buscando sus labios. Sabía que lo había pasado mucho peor de lo que contaba, pero le conocía, no quería asustarme. También sabía que no quería volver a hablar de lo ocurrido hasta que no estuviese seguro de que yo y el bebé nos encontrábamos bien.
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-¿Te duele? –Preguntó.
-Me dan calambres… Me duele todo y tengo sueño.-Dije- No me siento bien. –Robert besó mi cuello con ternura. Me desarropó y subió mi camisón. No tenía ropa interior, pero no me sorprendió.
-ES normal. Descansa un poco cariño. Estás demasiado débil -Empezó a masajear mi vientre. Usó la parte inferior de la palma de la mano para presionar con firmeza en mi abdomen mientras lo sobaba con delicadeza y movimientos descendentes. Gemí de alivio. Sus manos eran milagrosas.
-¿Te alivia?
-Ajam…-Siguió masajeando unos minutos más. Cerré los ojos y disfruté de la desaparición del dolor- ¿Quién te ha enseñado a hacer esto? –Pregunté con la voz pastosa por el sueño, sin abrir los ojos. Notaba como cada vez estaba más cerca del mundo de la fantasía.
-Ann me explicó esta mañana que si te daban calambre podía hacerte este masaje para remitir un poco el dolor. Me enseñó a hacerlo. –Masajeaba mi vientre con ternura- Duerme, mi vida. Luego Ann se pasará a verte. Yo te despierto.-Besó mis labios castamente. Me acomodé entre las almohadas.
Me estaba quedando dormida cuando noté la misma sensación de incomodidad y humedad que cuando sangraba con la regla, y, unas ganas de empujar se apoderaron de mi cuerpo. Abrí los ojos asustada y busqué la mirada de Robert.
-¿Qué pasa cariño? –Preguntó.
-Busca a Ann por favor, algo no va bien. –Me miró con los ojos desorbitados.
-¿Por qué? ¿Qué pasa? –Dejó de masajear.
-Siento como cuando tengo la regla. Estoy incómoda y húmeda… Pero es que además tengo… tengo ganas de empujar… Rob, eso no es normal.-Respiré hondo para intentar no ponerme nerviosa.
-Tranquila, no está pasando nada malo. Voy a buscar a Ann. -Besó mi frente. Salió de la habitación dejándome sola y asustada. Pero no pasó ni un minuto cuando entraron los dos por la puerta. No parecían nerviosos o asustados, al contrario que yo. Mi corazón latía más rápido y respiraba asustada.
-Hola Kris. ¿Qué tal estás? –Ann se acercó por un lado de la cama y Rob por otro.
-Ahora mismo algo asustada… ¿Qué está pasando? –Anne antes de contestarme miró varias de las máquinas a las que estaba conectada.
-Tranquila cariño. No pasa nada. –Robert se sentó a mi lado. Agarré su mano.
-Kristen, hay varias cosas que deberías saber. –Comenzó Ann.
-¿Le pasa algo malo al bebé? –No la dejé continuar.
-No… Shhh tranquila. Escúchala.- Robert besó mi mano.
-Nada malo le pasa al feto Kris. –Cogió aire- Necesito que escuches todo lo que te voy a decir. –Asentí mirándola- Cuando llegaste la madrugada del viernes al hospital y tus amigos y Robert me contaron todo lo que había pasado y yo pude ver cómo te encontrabas todos pensamos que estabas sufriendo un aborto, sobre todo cuando te desmayaste. Te metimos en los paritorios corriendo y empezamos a monitorearte, hacerte exploraciones y ecografías. Peligraba la vida del bebé por la forma que estabas sangrando, y también la tuya. Te sedamos para que no pudieses alterarte y empeorarlo todo, aunque con la cantidad de sangre que estabas perdiendo no creíamos que te despertases del desmayo. Cuando estábamos intentando parar la hemorragia una de las matronas nos llamó la atención para que mirásemos el monitor del ecógrafo. Había encontrado algo raro. El bebé estaba perfectamente, su pulso era normal y no se había desprendido del útero, estaba agarrado. Él no podía ser el culpable. Fue entonces cuando vimos el problema.-Suspiró y yo me temí lo peor…-Un segundo feto.-Tardé en comprenderlo… Un segundo feto… un segundo feto… Estaba embarazada de dos bebés… gemelos, o mellizos. Me quedé sin habla y mente se bloqueó- ¿Sigo? –Preguntó Anne supuse que al ver cara descompuesta. Solo asentí. Rob no dejaba de besar mi mano, y yo apretaba fuerte la suya- No… No sé cómo no lo vi cuando te hice la ecografía y te saqué el DIU. Pero el segundo feto estaba ahí y yo no me di cuenta. Fue entonces cuando todo se aceleró. Comprendimos que el aborto era del segundo feto, ocasionado por el DIU y la situación que habías vivido. El DIU lo había desprendido y cuando tu tuviste el ataque de histeria se acabó de desprender casi del todo, solo un trocito lo unía a ti. Hicimos todo lo que pudimos. Conseguimos parar la hemorragia y no expulsaste el feto. Necesitaste una transfusión de sangre y probamos con células madre para intentar que el feto se agarrase a la pared del útero. Pero nada fue posible. Te tuvimos seis horas en observación constante. Estabas monitoreada todo el tiempo y yo, junto a dos de los mejores ginecólogos del hospital y una matrona estuvimos todo el tiempo contigo, buscando alguna forma de que no lo perdieses. El primer feto estaba estable, su pulso era un poco débil, por la pérdida de sangre, pero constante. Pero el segundo feto se estaba muriendo poco a poco, tenía pulso pero se moría. Nada daba resultado, Ni las células madre, ni las hormonas, nada. -Tanto Robert como Ann parecían disgustados. Yo no era capaz de comprenderlo. No me hacía a la idea- No parecía mejorar y el feto solo te ponía en riesgo, tanto a ti como a el otro feto. Decidimos que lo mejor era intervenir y concluir el aborto. –Negó con la cabeza y su vista se perdió- Hemos tratado más de un caso en los que hemos conseguido hacer que el feto se agarrase, pero al parecer no tuvimos esa suerte esta vez. Ya habían pasado 18 horas y no había cambios. Cuando fuimos a sacar el feto tú ya lo habías expulsado. Lo acababas de expulsar. La hemorragia volvió y esta vez sí que temimos por tu vida y la del otro feto. Habíamos esperado demasiado y al final tu propio cuerpo había tenido que hacer el esfuerzo de expulsar al feto, ocasionando otra hemorragia.-Vi como Ann lloraba. Cogí su mano y le di un apretón. Las lágrimas también empezaron a caer por mi rostro, y cuando miré a Robert sus ojos estaban aguados. Había perdido un bebé…-Conseguimos estabilizarte y volvimos a cortar la hemorragia. El feto y tú estabais más débiles que antes pero estables. Pasaste toda la noche en observación y esta mañana te quitamos el sedante. Pero como pensábamos, estabas tan débil que has despertado hace poco… Las ganas de empujar y la incomodidad son llamadas contracciones intrauterinas. Todavía tu cuerpo no ha expulsado todo los restos de la gestación por lo que tu útero las produce. Es normal, a lo largo de estos días los irás expulsando. Los masajes que Robert te da son para eso y para calmar los calambres… Yo siento mucho todo. La pérdida del bebé…
-Pe-pero eso no es posible... ¿Ann cómo no lo viste? ¡Si solo te faltó meter la cabeza dentro! –Conseguí decir. No salía de mi asombro. Podía haber tenido dos bebés. Pero había perdido uno…
-Yo… Kris… Yo no lo vi…- Robert empezó a acariciar mis mejillas, limpiando mis lágrimas, aunque más las sustituían- Tienes todo el derecho a denunciarme por negligencia… A cambiarte de ginecóloga… A echarme la culpa de todo. Porque yo soy la culpable de que hayas perdido un bebé. Sé que esto va a ser un duro palo para todos, y que yo no voy a poder hacer nada para quitarte el dolor de la pérdida, el emocional… Lo siento tanto… Nunca me había pasado esto… Nunca había sido yo la culpable de la muerte de un bebé… Los siento mucho chicos…-No aguanté más y tiré de ella para poder abrazarla. La abracé bien fuerte y susurré mil y unas palabras de consuelo para que no estuviese así. Sé que tenía que haber sido al revés, pero ella me necesitaba. La culpa a perseguía. Yo había sufrido una gran pérdida, pero no se veía tan grande… No sé si eso era bueno o malo… ¡Era una mala madre por no sentir dolor por la pérdida de un hijo! Debería de desear mi propia muerte por haber perdido un bebé y yo solo era capaz de pensar que mi pequeño ratón estaba bien, que Ann no tenía culpa de todo y que íbamos a salir de esta. Necesitaba hablar con Robert cuando nos quedásemos solos.
No sé cuánto tiempo estuvimos las dos abrazadas, pero dejamos de llorar. Ella solo pedía perdón y yo solo la consolaba. Un tirón el mi bajo vientre me hizo gemir y a Ann y Robert moverse.
-Perdón. -Dijo ella limpiándose las lágrimas- ¿Dónde te duele? ¿Sigues queriendo empujar? –Solo asentí- Voy a reconocerte y a hacerte algunas pruebas, luego podrás cenar, cariño. –Ann se puso unos guantes y acercó u carro lleno de instrumentos. Robert se separó para no molestar. Ann tomo mi temperatura, tensión, me sacó sangre, revisó mis constantes vitales, mi ritmo cardiaco, las máquinas de alrededor, los goteros, mi vientre y por último mi útero. Me hizo empujar cuando me decía mientras ella masajeaba mi vientre. Expulsé restos del aborto y un poco de sangre, la incomodidad y las ganas de empujar desaparecieron. Dos auxiliares retiraron las sábanas manchadas de sangre para poner unas nuevas y limpiaron la habitación mientras Robert y Ann intentaron ducharme, después de suplicarles que no quería que me lavasen en la cama. Noté en ese momento lo débil que estaba. No podía mantenerme de pie por mí misma ni tampoco caminar, el dolor aparecía con cada movimiento. Al final dejé que simplemente me lavaban tumbada en la camilla, como en un principio planeaban. Cuando estuve limpiar y recostaba Ann me hizo una ecografía. Volvíamos a ver al pequeño bebé. No pude evitar llorar de alegría. Mi bebé estaba sanote. No corría peligro. Las sensaciones me abrumaron y no se en que momento mis ojos se cerraron y me quedé dormida en plena ecografía.
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-Nos has dado un susto de muerte pequeño, casi me muero, pensé que os perdía…-Sentí algo apoyado en mi vientre y unos tiernos susurros- Mami y papi están muy contentos de que estés bien…-una mano trazaba patrones sin sentido por encima de mi camisón- Te prometo que vamos a cuidar de ti… Vas a ser el bebé más afortunado del mundo.-Reconocí la voz de Robert. Me quedé muy quieta. Estaba hablándole al bebé- Tienes una mami muy fuerte que no se ha rendido en ningún momento. Ella lo está haciendo muy bien… vamos a ser una familia muy feliz, te lo prometo.-Besó mi vientre y yo no pude evitar abrir los ojos y empezar a llorar. El sol entraba por la cristalera y la habitación estaba iluminada. La cabeza de Rob estaba apoyada en mi vientre. No pude evitar acariciar su sedoso pelo. Él se giró y me regaló la mejor sonrisa del mundo- Buenos días pequeña.-besó por última vez mi plano vientre y se aceró a mí, para dejar un tierno beso en mis labios.
-Buenos días…-Limpió mis lágrimas con besitos y me ayudó a recostarme, colocando las almohadas- Es tan bonito lo que decías al bebé. –Acaricié mi vientre con mimo.
-Es lo que os merecéis. –Rob se sentó a los pies de la cama- ¿Cómo te encuentras cariño?
Lo pensé durante un instante.
-Me duele un poco la pelvis y las lumbares. Todavía me siento muy cansada. Es como si me hubiesen aplastado contra una pared.
-Es normal, son los síntomas del aborto. Ya nos dijo Ann que por la pérdida de sangre y el esfuerzo que hizo tu cuerpo para expulsar al… al bebé… estarías más débil de lo normal. –Robert se revolvió el pelo nervioso.
-Cariño… Yo-o… Yo no sé cómo tomarme esto…-Necesitaba hablar con él, quería saber lo que pensaba, como estaba- No sé cómo sentirme… Mi cabeza está echa un lio… No sé qué pensar… Esto me supera. Todavía estaba haciéndome a la idea de tener un bebé, luego en menos de un minuto tuve que pelear con su pérdida para luego comprender que seguía conmigo… Y…. Y ahora me dicen que había un segundo bebé y que lo hemos perdido… Y todo esto es demasiado para mi… -Empecé a sollozar. Robert se acercó a mí y me envolvió entre sus brazos. Me apreté fuerte contra él. Era lo que necesitaba. Le necesitaba- Ahora-a mismo ya no se na-ada. Me estoy volviendo lo-oca. No sé cómo rea-acionar. Esto es demasiado… Era nuestro hijo que-eramos o no-o. Era u-una personit-a hecha de nosotr-os… Era otro bebé… Que deberíamos de-e hab-er cuidado y protegido. Era un bebé por el que deberí-amos que haber llo-orado al enterarnos de su per-erdida. Un pequeño beb-e indefenso que nunc-aa vamos a conoce-er…-Rompí en llanto. Robert me estrechó más contra él y acarició mi espalda intentando relajarme.
-Shhh, mi amor, tranquila… Debes tranquilizarte. Esto no es bueno para vosotros. –Su voz sonaba rota- Yo también estoy igual que tú. Tengo sentimientos encontrados. No hago más que repetirme que es mi culpa la perdida de nuestro hijo y no dejo de castigarme… pero… Pero por otro lado solo puedo agradecer a ese pequeño bebé que haya sido él y no nuestro bebé, o tú. –Respiré hondo y apoyé la cabeza en su hombro- Sé que está mal pensar eso… pero no me habría perdonado en la vida que os pasase algo. No podría volver a mirarte a la cara. Creo… Creo que esto ha sido una nueva oportunidad para nosotros… Ese bebé inesperado que estaba creciendo dentro de ti hubiese sido amado igual que el otro, y con el tiempo será llorado por haberlo perdido. Pero debemos de verlo como una esperanza para seguir adelante. Hemos perdido a un bebé, pero nos queda otro pequeño que nos necesita. Ahora tenemos un angelito en el cielo que cuida de su hermanito. Y sé que no vamos a olvidar esto, porque queramos o no era nuestro pequeño, que desde que supimos de su existencia, aunque ya estuviese muerto, se ganó un sitio en nuestro corazón. –No pude evitar llorar con sus palabras. Le abracé todo lo fuerte que pude. Era verdad, aunque no nos hubiese dado tiempo a hacernos la idea otro cuerpecito había crecido de mi aunque fuese poco tiempo. Era otro pequeño bebé que merecía una vida. Ahora un pequeño ángel que nunca olvidaríamos. Daba igual que no supiésemos de su existencia, era nuestro hijo y se merecía nuestro cariño.
-Es-es nuestro pequeño an-angelito. Y le vamos a amar, a-aunque no esté… Merece-e eso al menos…-Robert me separó de él, sonreía melancólicamente. Acarició mi mejilla limpiando las lágrimas- ¿No lo vamos a olvidar verdad?
-Nunca. –Selló sus palabras con un beso.
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Estuve una semana en el hospital. Por fin hoy viernes 23 me daban. Fue una semana muy dura. No permitieron que recibiese visitas y yo tampoco quise. Estaba demasiado hormonada y un poco depresiva con todo lo que había pasado. No me apetecía ver a nadie. Además, si el día tenía 24 horas, me pasaba durmiendo 16 de ellas. Seguía muy débil y si a eso le sumábamos que estaba embarazada y que me suministraban relajantes para el dolor salía una buena droga para pasar el día durmiendo. Los ppz estaban día y noche en las puertas del hospital después de que se filtrase que estaba ingresada en ginecología y que saliesen las fotos de la bolera donde se decía que me puse enferma y desmayé en el baño, aunque todos intentaban aparentar que eso era mentira. Nadie relacionado conmigo estaba libre, todos estaban en el ojo de los ppz, esperando a que cayesen en la trampa. Robert fue poco a casa. Solo a por algo de ropa y cosas de primera necesidad para los dos y a ver a nuestros pequeños. Consiguió despistar a los ppz yendo con Ann en vez de volver en nuestro coche, que estaba aparcado delante de la puerta del hospital, una prueba más de que estábamos dentro. John, mi guardaespaldas vino a por el coche el miércoles y se encargaría de recogernos hoy. Todos los días de la semana pude ver al bebé mediante ecografías, alguna de ellas en 3D. El pequeño o pequeña tenía el tamaño de una ciruela pasa, medías unos cuatro centímetros y pesaba 8 gramos. Había entrado en la décima semana de gestación, para ser más exactos 10 semanas y cuatro días, lo equivalente a unos dos meses y medio Ann me explicó que puede que mi vientre apareciese pronto, ya que, aunque esto era propio a partir de la semana 13 mi cuerpo todavía creía que albergaba un embarazo múltiple, por lo que crecería más rápido. Nos estábamos recuperando, aunque la anemia empeoró y las náuseas hicieron su entrada. Seguía débil y no podía caminar demasiado o hacer muchos esfuerzos. Tomaba medicamentos y seguía una dieta, cosa que tendría que seguir haciendo en casa. Al quinto día de estar ingresada dejé de sangrar. Durante todos estos días no pudimos olvidarnos de la pérdida, y como bien dijo Robert los lloros llegaron. Nuestros amigos se morían de ganas de verme y otras amistades cercanas preocupados por todo lo que decían entorno a nosotros, llamaron. Era normal que es cast de Twilight –entre otros- se preocupase, Rob y yo hablábamos todos los días en el grupo de whatsapp y llevábamos casi una semana sin hacerlo. Todos se enteraron de la noticia y prometieron visitarme cuando estuviese en casa. Sobre todo pedimos discreción, cosa que entendieron.
No fue hasta ayer, jueves, cuando Rob y yo nos pusimos de acuerdo en llamar a nuestras familias, entre otras cosas porque mientras viajaban nosotros ya estaríamos en casa. Primero fueron mis padres. Les explicamos todo con cuidado aunque no pudimos evitar que se pusiesen histéricos y se enfadasen por no contarles ni el embarazo ni que estaba ingresada. Al final me puse nerviosa y en las dos llamadas acabó hablando Robert. Después de más de dos horas de hablar con ellos conseguimos relajarlos un poco, pero en menos de dos días estarían en casa. Luego vinieron mis hermanos. Con ellos fue diferente, hubo algo de bromas pero también mostraron preocupación. Por suerte estaban volviendo a L.A y vendrían a visitarme en cuanto pudiesen. Después vino algo un poco más difícil, llamar a la familia de Rob. Decidimos llamar a Victoria y Lizzy ya que Robert decía que con ellas no estaba tan enfadado y resentido. Después de más de una hora de conversación donde las dos pedían perdón tanto a él como a mí nos aseguraron que hablarían con sus padres y que viajarían a L.A en el primer vuelo que encontrasen. Robert no tenía ganas de ver a su familia y yo menos, pero no podíamos apartarlos de nuestra vida.
Terminé de vestirme con la ayuda de Robert y me senté en la silla de ruedas. Ann no tardó en llegar con mi alta, medicinas y miles de indicaciones que prometimos cumplir. Después de más de media hora de consejos, prohibiciones y un largo etcétera nos acompañó hasta el parking y se despidió de nosotros. Sorteamos a los ppz sin que nos viesen y llegamos a casa rápido. Me adormecí entre los brazos de Robert en los veinte minutos que duró. Solo quería llegar a casa y meterme en mi cama. Abrí los ojos cuando el coche paró. Robert me ayudó a bajar de él y me cogió en brazos, no rechisté, estaba cansada. John nos abrió la puerta de casa y se despidió de nosotros. Robert me llevó arriba sin dudarlo. Bear, Bernie y Jella estaban en casa de Scout, no queríamos dejarlos solos.
Ye en nuestro dormitorio me acomodó en la cama.
-Mmmmm… Mi camita. –Rodé y me puse boca abajo. Robert se rio y se acomodó a mi lado, atrayéndome hacia él. Me acurruqué en su pecho.
-La última vez que estuvimos en esta cama estabas histérica. –Susurró.
-Lo sé… creo que fue un ataque de histeria o ansiedad…-Besó mi cuello y empezó a acariciar mi espalda.
-¿Qué pensaste…? –preguntó no muy seguro de sí mismo. Tragué. No me apetecía recordar esa noche.
-Yo… Yo dudé de ti… Dudé de tu amor por nosotros…-Sentí como suspiró. Eso le había hecho daño. Las lágrimas empezaron a caer por mi rostro.
-Sabes que te amo. Que os amo. –Me miró serio.
-Lo sé, lo sé… Solo… Había pasado un día muy duro… Las cosas se acumulaban. Lo de los ppz… Todo. Y las hormonas hicieron de las suyas. Sé que dijiste lo del DIU sin pensar, pero me lo tomé mal. Cuando llegué arriba me decía que me relajase, que no tenía sentido enfadarme por eso, pero no sé qué pasó… Yo… Yo empecé a dudar…-Suspiré- El miedo, la culpa, el enfado, las hormonas… Todo se me echaba encima. –Robert no hablaba. Seguía acariciando mi espalda- Entonces empecé a pensar si de verdad querías al bebé, si seguías queriéndome a mi… Si no lo estabas haciendo todo por pura obligación. Y no sé cómo acabé pero pensaba lo peor de todo, pero a la vez sabía que todo era ridículo… No estoy segura no lo recuerdo bien… Yo… Creo que por un momento pensé que esto tenía algo que ver con tu madre otra vez… Yo… pensé tantas cosas… Empecé a liarme y al salir de la ducha estaba tan nerviosa y confundida que empecé a llorar histéricamente. Luego tuve una pesadilla… En la, en la que cuando el bebé nacía te ibas y me abandonabas… Y luego abandonabas al bebé…- Rob no me dejó continuar, limpió mis lágrimas y me calló con un beso. Juntó sus labios con los míos, salados por las lágrimas. Enredó mis piernas con las suyas y metió sus manos por mi camiseta. Yo enredé mis brazos en su cuello y mis manos tiraron de su pelo haciéndolo gemir. Tiró de mi labio inferior y después lo lamió. Hacía días que no me besaba así. Era un beso cargado de sentimiento y amor, pero también pasión y necesidad. Se separó cuando empezó a faltarme aire.
-Nunca dudes de mi amor por vosotros pequeña. Sé que ese día fue duro, y sé que las hormonas hacen mucho, pero quiero que te grabes esto en la cabeza. – Se separó un poco de mí, lo justo para llevar una de sus manos a mi vientre- Os amo. Vosotros sois mi vida. –Sonreí y el jadeó.
-Rob… ¿Qué…-Pero no pude continuar. Robert me empujó hasta quedar recostada y levantó mi camiseta, bueno, suya. Pasó la mano por el vientre
-Kristen. –Me miró con una gran sonrisa en la cara- Alguien ha hecho presencia.
-Cariño no te entiendo.-Me incorporé un poco. Fue entonces cuando lo comprendí. Robert se acercó y depositó un beso en el centro de mí, ahora, abultado vientre.
-Tienes barriguita.-Dijo como un tonto, mirando ensimismado mi vientre.-Jadeé y llevé una mano al lugar. Robert se acercó a mí y me abrazó por detrás, depositando sus manos en mi vientre. Entonces mordió con cariño mi oreja- Soy el hombre más feliz del mundo. Nuestro bebé está creciendo.
Sonreí.
-Vamos a ser papás. –Fue en ese momento cuando empecé a creérmelo. Robert empezó a trazar patrones en mi vientre y yo cerré los ojos. Disfrutando de la agradable sensación. Nunca pensé que un pequeño bultito entre mis caderas me pudiera hacer tan feliz. Me sentía plena.
Después de los nubarrones siempre venía la calma.
Hola muy bueno el capitulo, solo un consejo por Internet es muy difícil conseguir información verdadera acerca de la medicina, para la Próxima trata de conseguir la información de libros o mejor aun de alguien de la salud, porque tienes varias cosas que no son así, pero yo entiendo que en Internet aparecen así, haces un buen trabajo en querer darnos información verdadera.
ReplyDeleteDe igual manera me gusto, que triste lo del bebe, pero si hay que aceptar las cosas y ser felices con lo que nos queda, espero actualices pronto bye...