Thursday, September 12, 2013

FanFic Robsten: "PARA SIEMPRE" (Robert Pattinson & Kristen Stewart) - 10mo Capitulo.

¡Hola! Ya es jueves y aquí tenéis otro capítulo. Solo deciros por encima que mi examen de mates fue genial y que hasta el 16 no empiezo las clases.

Espero que os haya gustado el capítulo y que no me tiréis muchos huevos. Lo hago lo mejor que puedo, y claro que yo no sé cómo es Robsten en la vida real, pero yo me los imagino así, y lo hago lo mejor que puedo. Cada uno tiene su forma de imaginárselos, y es muy difícil que todos coincidamos.

Si, ya sé que odiáis a Clare, ¿Ahora también a Alicia y Susan?

Espero que os haya gustado.

Sigo queriendo saber si queréis niño o niña y espero vuestros rr y comentarios para saber vuestra opinión.

Son las 2.50 ahora mismo es España y mañana madrugo, así que no me enrollo más. Ya os contestaré y os nombraré en el próximo capítulo.

¡Gracias por leer y ser tan buenos conmigo!

Nos vemos la próxima semana.

Aroa, _TwilightFacts_


PARA SIEMPRE
CAPÍTULO 10


Varios golpes en la puerta me hicieron volver del doloroso pasado.

KRISTEN POV

Cameron entró en la habitación y cerró la puerta detrás de el. Dejé la foto en su sitio.

-¿Molesto? –Preguntó acercándose a mí.

-Tú nunca molestas Cam. –Me giré hacia él. Se acercó a mí y me acarició la mejilla, donde varias lágrimas se deslizaban por ella. Entonces tiró de mí hasta que estuve en sus brazos.

-Todo se solucionará, ya lo verás. –Besó mi cabello y me abrazó con fuerza.

-Lo se…-Dije derrotada. Eran demasiados sentimientos en muy poco tiempo. Me sentía muerta mentalmente, y solo llevaba unas horas despierta- Pero me siento como si a un niño pequeño le castigan sin regalos de navidad. Estoy destrozada.

-Sabes que papá no quería decir eso.

-Lo sé.

-¿Entonces? –Preguntó mirándome.

-Es que todo es demasiado. No puedo soportar que papá rehaga su vida con la mujer que acabó con su matrimonio. ¡Y encima que quiera tener hijos y casarse! ¡Cuando no quiso renovar los botos con mamá por la iglesia ni tener más hijos! ¿Cómo puede decir ahora todo esto? Siento que es un mentiroso. –Empecé a llorar- Mamá aun le quiere y él se va a dedicar a jugar a las casitas delante de ella, como si fuese un crio presumiendo de su juguete nuevo. Y yo no puedo con eso. –Se me rompió la voz al final- Y tampoco puedo con su forma de tratarse. Prometieron que no iba a ser así, pero no lo han cumplido. ¡No se pueden ni ver! ¡Y mamá no es capaz de decirle todo lo que tiene que decirle! Y ella no es capaz de avanzar cuando él está comprometido con una mujer que nunca he tragado y no voy a empezar a hacerlo ahora…-Rompí en llanto- La odio. No quiero que ocupe el puesto de mamá. –Cameron me abrazó con fuerza y se dedicó a frotar mi espalda hasta que me calmé un poco.

-Tranquila, K, tranquila. -Me cogió en brazos, se sentó en el borde de la cama y a mí en su regazo- te entiendo, y me siento igual que tú. Estoy asombrado y dolido. Pero ellos ya son mayores, Kris, y no podemos hacer nada. Si papá ha decidido casase con Susan nosotros no se lo vamos a impedir. El no impidió que tú entrases en el mundo del cine cuando era lo que menos quería en ese momento. Hubiese cometido el error de su vida si lo hubiese hecho, si te hubiese parado los pies. Imagina lo que puede pasar si nosotros ahora no dejamos que papá se case… Puede que salga bien, o puede que salga mal y ni él ni nosotros nos lo perdonemos. –Le miré. Cam limpió mis lágrimas y sonrió- Sé que es duro, pero debemos dejarse, que hagan lo que crean que es conveniente, no podemos ponerles barreras. Ellos merecen ser felices, aunque sea por separado, y créeme, mamá va a ser feliz si papá es feliz. Aunque le duela ella siempre ha querido lo mejor para él, y sé que él va a hacer todo lo posible porque mamá encuentre la felicidad, porque puede que se les acabase el amor, pero no el cariño que se tienen. Y mamá está mucho mejor. Creo que le ha sentado bien cambiar de aires. Ha levantado cabeza. –Cam tenía razón, en todo. Debía dejar a mi padre por libre. Por mucho que me doliese, si él era feliz yo no podía arrebatarle la felicidad. Suspiré.

-Tienes razón Cam… Yo no puedo interferir, ellos tiene que arreglar sus cosas. –Limpié las últimas lágrimas- Gracias. -Besé su mejilla.

-De nada hermanita. Tu ahora lo que tienes que hacer es preocuparte por ti y por el bebé. –Como si de la palabra mágica se tratase los dos empezamos a sonreír- Guau, un bebé. Todavía no puedo creerlo. –Cam llevó su mano hasta mi vientre y se asombró- Lo-lo noto…-Al instante su sonrisa se había triplicado y llevó su otra mano a mi vientre.

-Claro tonto, está creciendo. –Puse mi mano sobre la de él.

-Es increíble Stew…

-Lo sé.

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Un rato después, cuando ya hube estado calmada del todo bajé al salón, donde solo estaba mi padre, Susan, Clare y Tessa. Sienna, Tom y Marlowe habían tenido que irse. Y, Dana, Victoria, Richard y Taylor habían ido a comprar comida para organizar una barbacoa a la hora de comer. Me senté en uno de los sofás al lado de Tessa.

-¿Y Robert? –Pregunté.

-Está en la cocina con Cam, Alicia y Lizzy. –Dijo Tessa.

-Cariño…-Empezó mi padre. Sabía que a él no se le daban bien estas cosas.

-Papá, olvidemos lo que has dicho y lo que ha ocurrido.

-Pero…

-Nada, yo olvido mi enfado y tú olvidas lo que ha ocurrido. Sé que no querías decir eso. –Sonreí. Mi padre se levantó de su sitio y me abrazó.

-Lo siento mucho cariño. Nunca quise decir eso.

-Papá, olvídalo. Yo solo quiero que seas feliz. –Besé su mejilla.

-Y yo quiero lo mismo para ti, mi niña. –Se separó de mí y con una sonrisa volvió a su sitio- Cariño, ha llamado tu madre.

-¿Y? –Pregunté. Era raro que no estuviese ya aquí. Hacia unas 24 horas que había cogido el avión. Lo habría hecho antes pero unos cuantos problemas impidieron que volase el jueves. 

-Está en Nueva York. El avión no pudo despegar. Hay peligro de huracán y han cancelado todos los vuelos durante el fin de semana. Está muy apenada, quiere que la llames. Volará en cuanto pueda.

-Puñeteros huracanes. –Me levanté del salón y salí al jardín. Aquí hacia sol. Saqué el móvil y la llamé. Mi madre estaba muy disgustada y seguía preocupada por mí. La había calmado lo mejor que había podido y había accedido a esperar al lunes para volar en vez de venirse en coche como planeaba. Me alegré, con lo loca que era esta era capaz de venirse andando.

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Estaba harta. Bueno, harta era poco. Eran las cinco de la tarde y estaba deseando irme a dormir y no despertar hasta el domingo. Susan, Alicia y Clare me tenían harta. Alicia con sus comentarios repelentes y sus gestos inapropiados. No hacía más que criticar todo, y más si estaba relacionado conmigo. ¿No se daba cuenta Dana de lo asquerosa que era Alicia? Susan no hacía más que presumir de viaje a España, de lo buen novio que era mi padre y de todos los planes que tenía en mente. Era un constante meter el dedo en la llaga. Y Clare no hacía más que mandar, ser el centro de atención y hacer comentarios inapropiados. Y si a eso le sumas que las tres parecían haberse compinchado y estaban encima mía todo el rato ya esto se hacía insoportable “ Kristen no comas eso, te van a dar ardores” “Kristen ya has comido suficiente, no le van a sentar bien al bebé, y además luego lo vomitas” “Kristen no deberías de caminar tanto, tienes que hacer reposo” “No cojas peso” “Estate sentada” “Deberías de ir planteándote muchas cosas” “¿Ya habéis pensado en nombres?” “Deberías de apuntarte a yoga” “Kristen no puedes comer nada picante o ácido” “Kristen no estás bien para ponerte a jugar con los chuchos” todo esto seguido de órdenes, indicaciones y consejos.

Juro que escuchaba una palabra más y explotaba. Lizzy y Victoria regañaban a su madre, pero ella no les hacía caso. Richard estaba callado, como temeroso de contradecirla. Y mi padre había intentado por todos los medios que Susan no hablase de cosas que pudiesen intimidarme, pero se había dado por vencido. Cam, Taylor y Tessa miraban graciosos, y Robert no sabía qué hacer. Por fin terminamos de comer. Todos nos levantamos de la mesa del jardín y empezamos a recoger. Agarré la fuente de ensalada, y puse los platos y cubiertos dentro mientras los demás recogían y limpiaban cada uno una cosa, menos Alicia, que se miraba las uñas. Cogí la fuente y entré en la casa.

-¡Kristen! –Chillaron Alicia y Clare y alguien me tocó la espalda. Me asusté y se me cayó la fuente con los platos y cubiertos, haciendo más ruido de lo esperado.

-¡¿QUÉ?! –Me giré furiosa. Todos habían corrido ante el ruido y estaban detrás de mí, excepto Tessa, Richard y Lizzy que salieron de la cocina.

-¿No te hemos dicho que te estuviese quieta y no cogieses peso? –Replicó Clare. Mis manos se hicieron puños.

-¡Ya basta! –Grité- ¡Dejarme en paz! ¡Por dios! ¡Me tenéis harta! ¡Harta!

-Kristen no te alteres, eso no es bueno. –Susan se acercó a mí.

-Susan, deja de decirme lo que debo o no hacer. No soy una niña. –Me di la vuelta y me agaché a recoger la porcelana rota y los cubiertos. Tessa apareció con un cepillo y un recogedor.

-¿Y la parte de no agacharse? –Ahora era Alicia, con una voz arrogante y creyéndose superior. Taylor y mi padre también empezaron a recoger lo del suelo, y Dana miró mal a Alicia.

-¡Me agacho si me da la gana! ¿No lo entendéis? ¡Vosotras no me vais a decir lo que hacer! ¡Y no pienso soportar una semana así! –Me tambaban las manos. Tessa me quitó los trozos de porcelana de mis manos antes de que me cortase. Me levanté de golpe y no pude evitar poner una mueca de dolor cuando me dio un tirón desde lo más profundo de mi interior.

-¿Ves como no puedes hacer esos movimientos? –Clare contraatacó.

-¡Mamá! ¡Te quieres callar! – Dijeron Robert y Victoria a la vez. Miré a Robert, estaba irritado, al igual que yo.

-Es que si vais a estar así todo el tiempo ya os estáis yendo. No pienso permitir que me tratéis así. –Lizzy apareció con un vaso de agua y me lo tendió. Miré el vaso con malicia, una idea cruzó mi mente- Estoy embarazada no invalida.

-Pues eso no pareció importante, te recuerdo que has perdido a uno de tus hijos. –Alicia soltó de golpe.

-¡Alicia! –Dana se acercó a ella. Pero yo fui más rápida. La di un bofetón en la mejilla izquierda y le tiré el contenido del vaso a la cara.

-¡Ahora vuelves a hablar! –Dije enfadada. Al instante sentí a Robert detrás de mí. Me quitó con delicadeza el bazo y me apartó de Alicia. No me iré a mirarle, no aparté la vista de Alicia, que estaba roja, llena de furia.

-Alicia no te voy a consentir que le hables así a mi hermana. –Dana la agarró del brazo- Discúlpate.

-¿Por qué he de hacerlo? Yo solo he dicho la verdad.

-Dana llévatela antes de que Kristen la decapite. –Dijo Robert desde detrás de mí. Dana agarró a Alicia y la sacó de la casa. Respiraba alterada. Clare se calló y llevó las fuentes de comida que tenía en las manos a la cocina. Buena elección, porque si no, la próxima iba a ser ella. Richard y Victoria la siguieron a la cocina. Tessa, Taylor y papá acabaron de recoger lo del suelo y también desaparecieron por la puerta de la cocina. Susan, Cam y Lizzy volvieron al jardín a acabar de recoger. Robert tiró de mí y se me sentó en uno de los sofás para luego sentarme en su regazo.

-Respira…-Acariciaba mi espalda- Tranquila. Esto no es bueno para vosotros. –Empezó a dar besitos por toda mi cara. Respiré hondo. Alicia se lo merecía. Y esperaba de Dana se hubiese dado cuenta de la clase de persona que era. Si hubiese podido la hubiese arrancado todos los pelos.

-Estoy bien.

-Sí, de eso ya me he dado cuenta. Si te dejamos Alicia hubiese salido mal parada. –Se rio de sus propias palabras y me estrechó contra su pecho.

-Se lo merecía. Hoy ya me tienen muy harta. Estoy hasta las narices. Dime que vas a hablar con tu madre…-Susurré contra su cuello.

-Te lo prometo. –Buscó mis labios y me besó tiernamente. Me agarré a su cuello y me dejé llevar. Era lo que necesitaba, su calma, su tranquilidad. Se separó de mí y rozó su nariz con la mía- creo que las hormonas han podido contigo Stew.

-Llevo un día duro.

-¿Quiere hablar de ello? –Negué. El no protestó. Sabía que cuando estuviese preparada lo haría. Besó mi pelo- Eres una mujer fuerte, no hagas caso de las malas palabras de Alicia, sabes que solo lo hace para hacerte daño. Tú no tienes la culpa de nada.

-Gracias. –Besé sus labios castamente. El acarició mi vientre- No sé qué haría sin ti.

-Ahora mismo estarías enzarzada en una pelea de gatas. –Reímos.

-La hubiese ganado.

-Oh, eso no lo dudo Stew.

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-En la décima semana de embarazo el feto mide unos 4 cm desde la cabeza hasta el coxis. Ya puede flexionar y estirar los dedos de las manos y de los pies y, como ya tiene un sistema nervioso cada vez más desarrollado, puede reaccionar a las caricias de papá y de mamá efectuando pequeños movimientos. –Robert leía desde la cama mientras yo cepillaba mis dientes. Menudo día. Menos mal que ya se acababa. Y menos mal que desde el momento de la pelea Clare no volvió a hacer comentarios molestos u ofensivos y se mostró amable, y Susan no volvió a hablar en toda la tarde. Todos se tomaron la pelea como algo gracioso y decidieron que mis hormonas me controlaban y mejor era mantenerme calmada, por lo que pasamos la tarde hablando del pasado y recordando anécdotas. Mis hermanos habían accedido a quedarse después de insistir. Ya era muy tarde y no quería que atravesasen todo L.A para irse a sus respectivas casas, además, quien sabe cuándo volveríamos a estar todos juntos. Tenía que aprovechar que papá y mamá iban a pasar unos días en casa, mimándome, y reunirlos a todos para disfrutar de algo de tiempo en familia. Cam, Tessa, Lizzy, Victoria, Dana y Taylor se habían quedado abajo viendo una película, mientras que Susan y mi padre, y Clare y Richard ya se habían puesto cómodos en sus respectivos cuartos. La idea de ver una peli con el resto me parecía tentadora, pero estaba muerta de sueño y necesita con urgencia estar a solas con Robert. Quitando el momento de la cocina y el de después de la pelea, no habíamos podido estar juntos en todo el día. Me enjuagué la boca y salí del bañó. Rob estaba tumbado en la cama, con una de las revistas de maternidad que había traído Clare, leyendo para mí. Él llevaba los pantalones del pijama y yo la camiseta, como ya acostumbrábamos a hacer.

-Entonces ya se mueve y reacciona a nuestras caricias. –Dije recontándome a su lado. Acaricié mi pequeño vientre con mimo, no podía esperar a que creciese un poco más, ahora solo estaba un poco abultado, y tenías que estar muy familiarizado con mi cuerpo para poder notarlo sin posar la mano.

-Le están empezando a crecer las uñas. Sus intestinos ya se están colocando y preparando para digerir alimentos, llegado el momento del nacimiento. A partir de la semana 10, empiezan a desarrollarse los órganos sexuales. –Cerró la revista y se giró hacia mí. Me acerqué a él y acurruqué en su pecho- Nuestro bebé es del tamaño de una ciruela pasa.

-Me gusta cómo suena eso. –Dije levantando la cabeza para mirarle.

-¿Qué es como una ciruela pasa? –Puso una mueca graciosa. Bebé su mandíbula.

-No tonto. Me gusta cómo suena “Nuestro bebé”. –Sus ojos se iluminaron y me regaló una sonrisa. Me encantaba como desde tan pronto amaba al bebé.

-Nuestro bebé. –Repitió. Junto sus labios con los míos en un cálido beso- Nuestro bebé. –Volvió a decir. Le sonreí tontamente, pero no pude evitar bostezar. Hoy habían acabado con todas mis energías, y ni siquiera había podido hablar con Rob de lo ocurrido ni disfrutar de los mimos- Estas reventada pequeña.

-No es verdad. –Intenté convencerle.

-Bueno… Entonces, ¿Qué quieres hacer? –Me estrechó entre sus brazos. Una idea apareció en mi mente.

-Bueno… Estaba pensando, que ya que no podemos tener sexo con penetración, podemos hacer otras cosas…-Dije mientras mi mano bajaba hasta su abdomen.

-Kristen.- Robert agarró mi mano y se la llevó hasta sus labios- No. –Dijo tajante.

¡Mierda!

-Pero si no…

-Kristen. No. Y no es negociable. –Se separó de mí y se sentó en la cama- No podemos y no hay más que hablar.

-¡Pero si no me va a hacer mal! ¡No puedo correr ningún peligro! –También me senté en la cama y me crucé de brazos. No podía creer que después de un día tan duro no pudiese satisfacer a su embarazada novia. Mi humor parecía estar subido en una montaña rusa, y acababa de bajar en picado.

-Anne dijo que no podíamos mantener relaciones hasta que no fuésemos en dos semanas a verla. Y eso vamos a hacer. –Se levantó de la cama, entró en el vestidor y salió unos segundos después con una camiseta puesta. Puse una mueca de asco. Ya ni contemplar las vistas podía.

-Ann habla demasiado. No deberías hacerla caso. –Ahora echaba chispas. Estaba embarazada, hormonada y con ganas de sexo desde nuestro encuentro en la cocina- Deberías cumplir con tu cometido, y más si estoy hormonada, caliente y muy enfadada.

-Me da igual lo que pienses. No nos vamos a llevar otro susto. No hay sexo. Y eso significa nada de sexo, tanto normal como anal, u oral… O cualquier cosa que se te ocurra. –Me miraba seriamente.

-Perfecto. –Dije entre dientes. Si hubiese podido echaría humo por las orejas. Me levanté de la cama, aparté las sábanas y arropé. Todo de una forma brusca y rápida. Me encogí y cerré los ojos. A ver si tenía algo de suerte y mis sueños me complacían.

-Kristen…-Sentí como la cama se hundía a mi lado. No me moví ni le contesté. Robert agarró las sábanas y me arropó. Al instante pegué una patada y me volví a desarropar- Pequeña… -Besó mi hombro- Sé que tienes ganas, pero no podemos hacer nada. Entiende que ahora sí que no me perdonaría que pasase algo, aunque solo fuese un leve sangrado. No puedo ni imaginar que pasa algo. –Se colocó detrás de mí y llevó una mano a mi vientre- Hasta que no esté seguro de que no va a pasar nada no voy a acostarme contigo. –Eso hizo que me sintiese miserable. Yo solo pensaba en mí, cuando el también formaba parte de la ecuación. Robert no quería hacerme daño, aunque fuese imposible- Sé que estás enfadada. –Volvió a arroparme, esta vez me quedé quieta, y apagó la luz. Dejé que me atrajese hasta sus brazos. El pobre aguantaba mis hormonas y dolores, sin recibir nada a cambio- Te prometo recompensar…-Me rodeó con su brazo, que fue directo a parar a mi vientre- Descansa mi vida. –Besó mi pelo y seguidamente mi cuello- Te amo. –Me giré entre sus brazos para quedar cara a él.

-Lo siento…-Dije acurrucándome en su pecho- Las hormonas me tienen un poco descontrolada. Me enfado por cualquier tontería.

-Ya lo he presenciado esta tarde.-Se rio por lo bajo y besó mi pelo- No te preocupes, al fin y al cabo yo soy el culpable, te provoco constantemente. Prometo ser más bueno de ahora en adelante.

-Pues ya sabes, ten cuidado con la mujer embarazada. Me han dicho que son es fiera. –Busqué sus labios y le di un casto beso.

-Lo tendré en cuenta. –Lo que le quedaba por soportar… Unos largos siete meses. Me dio un azote en el culo- Ahora a dormir. Ya has tenido demasiadas emociones fuertes por hoy. –Como una niña buena me acomodé entre sus brazos y besé su pecho.

-Buenas noches papi.

-Buenas noches mami. –Besó mi pelo y empezó a cantarme como cada noche, hasta que poco a poco caí dormida.

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Tenía calor, mucho calor. Abrí perezosamente los ojos, todavía era de noche. El reloj marcaba las cuatro y diecisiete de la madrugada. Robert me rodeaba con sus brazos por detrás y dormía plácidamente. Con cuidado de no despertarle me separé de él. Le pegué una patada a las sábanas y me espatarré. Aliviada cerré los ojos dispuesta a volver a dormir. Pero el calor volvió a aparecer. Bufé y me levanté de la cama. La ventana ya estaba abierta, y no corría ni gota de aire. Un buen vaso de agua me vendría bien… O mejor un poco de helado fresquito. Mis ojos se abrieron y la boca se me hizo agua. Bajé a la concina con cuidado de no despertar a nadie. Llegué hasta el congelador sin hacer el menor ruido. Si no recuerdo mal, compramos helado la semana pasada.

-Mmmm…-Di palmitas como una niña pequeña y me relamí los labios. Abrí la el congelador y con la luz que irradiaba busqué impaciente helado. Pero después de mirar hasta detrás de guisantes congelados me di por vencida. Se habían comido el helado. Pero yo quería helado, y lo quería ahora. Sentía que si no comía helado explotaría. Era… Era un antojo. Me reí de mi misma. Antojos a las cuatro de la mañana. Recordé una frase que había dicho Robert “Yo cumpliré todos tus antojos, aunque sea de madrugada y tarde dos horas en encontrar algo abierto.” Subí corriendo las escaleras y volví a nuestro cuarto. Robert seguía durmiendo. Me acerqué a él con una sonrisa en la cara. Le di un besito en la mejilla. Pero entonces mi sentido común me llamó la atención… ¿Enserio le iba a despertar a las cuatro de la mañana porque quería helado? No podía hacer eso. Negué y volví a acostarme. Ya se me pasaría. Cerré los ojos y empecé a repasar mentalmente el guion de Blancanieves y la Leyenda del Cazador 2 para dormirme, como hacía con el primer guion que me venía a la mente cada vez que me desvelaba de madrugada.

Veinte minutos después seguía despierta y había dado unas cuantas de vueltas en la cama. Cada vez que estaba a punto de caer dormida las ganas de helado me volvían a desvelar. Gemí. Quería helado. Las ganas eran tremendas y no me lo quitaba de la cabeza. Volví a removerme inquieta en la cama.

-¿Qu-e pasa pequeñaaa? –Robert me atrajo hacia el adormilado, con los ojos todavía cerrados. Mierda, le había despertado, y todo por un tonto antojo.

-Rob…-Dije como alma en pena.

-¿Qué, qué pasa? –Abrió los ojos de golpe y me miró. Parecía asustado- ¿Te duele algo? –negué e hice un puchero. Se relajó al instante- ¿Entonces?

- No te rías de mí…

-Lo juro. –Acarició mi nariz con la suya. En este punto ya parecía completamente despierto.

- Es que… Te va a sonar tonto… Pero tengo muchas ganas de comer helado… Y he bajado abajo a buscar el que compramos pero no hay… Y he intentado con todas mis ganas olvidarme del helado, pero no lo consigo, y encima te he despertado sin querer porque no quería molestarte con esta tontería. –Puse otro puchero- Pero sigo sin poder sacarme de la cabeza el helado… Ya sé que es una tontería. –Dejé de mirarle para mirar a su pecho, avergonzada.

-Oh, no es una tontería, es un antojo… A las cinco de la mañana. –Dijo mirando el reloj de mi mesilla. Acarició mi mentón y me obligó a mirarle.

-Ya lo sé… Es que me dan hasta ganas de llorar… ¿Estoy loca? –Se rio de mí y negó.

-Pequeña es tu primer antojo. Es normal que te parezca raro. –Besó mis labios.

-¿No te molesta que te haya despertado sin querer por un antojo? –Musité. Rob sonrió.

-No, no me molesta. Y menos todavía si no querías despertarme para no molestarme. –besó mi frente y se levantó de la cama.

-¿A dónde vas?

-A comprar helado. –Dijo mientras se ponía los pantalones de chándal y una de sus muchas camisetas blancas.

-¿Tú estás tonto? ¿Casi a las cinco de la mañana? –Me senté en la cama incrédula.

-Mi chica quiere helado… ¿O ya no quieres?-Dijo parándose delante de la cama. Me mordí el labio y miré a mis manos, tenía muchísimas ganas de helado- Tomaré eso como un sí. –Y dicho esto salió del dormitorio con una sonrisa en los labios. Me tiré a la cama y cerré los ojos. No me podía creer que fuese a ir a buscarme helado. Entonces oí un golpe, un insulto, unos cuantos de ladridos y el ruido de algo rompiéndose.

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Me levanté corriendo de la cama, salí del cuarto, encendí la luz del salón y me asomé por la baranda de las escaleras. Robert estaba despotricando mientras se tocaba el brazo. Bear y Bernie estaba a su lado mirándole

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